LITERATURA /// Lecturas

Pago al contado

SECRETAS INJUSTICIAS /// Xavier Hanotte

Editorial Funambulista (2008)

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No hay duda de que el género negro se ha convertido en un gran filón editorial, y pocas de que vaya a seguir contando durante decenios con el aprecio de los lectores, ávidos de consumir ficciones comerciales en las que caben todo tipo de tramas, personajes, épocas, escenarios y estilos narrativos. Dashiell Hammett y Jim Thompson abominarían del 95 % de los títulos que se publican con el membrete literario que sus ácidas obras contribuyeron a crear, pero qué más da. Sam Spade no se va a revolver en su tumba. Y en Potts County no queda una sola de sus 1280 almas, aunque si la hubiera estaría perpetrando una novela…negra.

 

De entre los miles de escritores que han elegido el género, o han recurrido a él en busca de gloria y fortuna, el belga Xavier Hanotte pertenece al grupo de los que se exigen concederle lustre literario. En su novela Secretas injusticias ambiciona más de lo que logra, pero es de justicia reconocerle algunos méritos. La intriga despierta interés, el trasfondo bélico está bien enhebrado, los polizontes tienen encarnadura y su Bruselas, funcionarial y esquizofrénica, resulta creíble. Hasta ahí nada que objetar, salvo quizás cierta morosidad en el relato. 

 

Más problemática resulta su decisión de entreverar la trama criminal con una doble reivindicación histórica y literaria, en la que incluye el rescate imaginario de las vidas de una docena de anónimos soldados aliados de la Gran Guerra enterrados en suelo belga. El empeño no parece gratuito, porque ese conflicto y el todavía más mortífero que lo siguió aletean continuamente sobre Secretas injusticias, pero sí inconveniente. Hanotte acaba haciéndose notar demasiado en su novela, como les ocurre a tantos escritores primerizos. Sus intereses, sus obsesiones y sus querencias contaminan a sus personajes. Una cosa es, por ejemplo, que él se haya esforzado en reivindicar la figura de Wilfred Owen, muerto en combate una semana antes del fin de la Primera Guerra Mundial, y otra que el inspector Barthélemy Dussert, protagonista de su novela, traduzca los escasos versos del poeta inglés, a uno de los cuales remite el título del libro. A lo que parece, el autor belga no tuvo del todo en cuenta la atinada reflexión que pone en boca de Dussert: “en la escritura, la impostura se paga al contado”.

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