LITERATURA /// Lecturas

Frontón en el estrado

INTERROGATORIOS /// Dashiell Hammett

errata naturae, 2011

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El nombre de la editorial y la encomiable apuesta por el libro casi justifican el morro de adjudicar la autoría de Interrogatorios a quien no escribe una sola línea sobre ellos. Pero, pensándolo bien, tampoco puede afirmarse que con esa decisión se intente engatusar a lectores despistados. Hay otras razones que fundamentan la aparición de la firma de Dashiell Hammett en la cubierta. Una es que el volumen incluye un brevísimo relato suyo. Y otra que hasta cabe catalogar de autoría el magistral repertorio de negativas que esgrime, en plena Caza de Brujas, ante el tribunal de Nueva York que le condena a seis meses de cárcel y ante el subcomité del Senado que, tras su salida del trullo, le vuelve a acosar por su activa defensa de los derechos civiles. La firmeza con que repite una y otra vez “rehúso responder a la pregunta porque la respuesta podría incriminarme” tiene resonancias bartlebianas.  

  

Sobre el título nada hay que objetar. Interrogatorios reproduce textualmente los legajos que registran las tres sesiones en las que jueces, fiscales y senadores intentan en vano que el novelista confiese su militancia comunista. Que fuera o no miembro del partido (y lo era, o lo había sido durante un tiempo a partir de 1937, precisamente en respuesta a la traición de las democracias occidentales a la causa de la República española), no importa gran cosa. El mayor interés de este librito, publicado en la curiosa colección “Mujer Cíclope”, radica en que acredita la formidable estatura moral de Hammett, quien no se deja amedrentar para que delate a sus compañeros ni cae en las trampas que pretenden hacerle morder el polvo de confesar algo que no tiene por qué, según la Constitución estadounidense. Digno, resuelto e imperturbable, convierte su estrado de acusado o testigo en un frontón en el que rebotan las acusaciones sobre su filiación política zurda por muy arteramente que se las planteen o por muy documentadas que se las presenten. No abundan las réplicas brillantes, porque sus palabras son siempre neutras y medidas, pero en una ocasión responde con admirable sorna al senador Joe Mccarthy, el corrupto mandarín de la Comisión de Actividades Antinorteamericanas. Éste, para acabar una sesión del subcomité que preside, le pide que se ponga en su lugar y le diga si, como hace el Departamento de Estado americano, “compraría las obras de unos 75 autores comunistas y las distribuiría por todo el mundo con nuestro sello oficial de aprobación estampado en ellas”, y Hammett, uno de esos supuestos comunistas, le regala, tras aparentes titubeos, un consejo  zumbón: “bueno, creo –por supuesto no lo sé– que si estuviera combatiendo el comunismo, no creo que dejara que la gente leyese libro alguno”.   

 

Interrogatorios comienza con una pertinente introducción, firmada por “los editores”, en la que se resalta la coherencia ética del escritor y se detalla la intensa actividad política que desplegó tras renunciar a su carrera literaria (explicada con algún detalle en Dashiell Hammett, todo un tipo, texto incluido en la sección “Y…un corto etcétera”, apartado “Rescates”, de esta web). En el cuerpo central del volumen se reproducen los interrogatorios propiamente dichos: el testimonio ante un tribunal de Nueva York de 1951 y las dos comparecencias ante una subcomisión del Senado de 1953. Y las últimas páginas están dedicadas a “Sombra en la noche”, relato que denuncia, ya en 1933, la segregación racial existente en Estados Unidos. Curiosamente, éste es el único de sus títulos al que Hammett reconoce carácter o intención social ante el subcomité del Senado. Una prueba más del contumaz rechazo a declarar contra si mismo de quien había escrito Cosecha Roja y La llave de cristal, dos de las novelas con que comenzaron a cargar tinta crítica las historias de detectives.

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