LITERATURA /// Lecturas

Una lectura esclarecedora

ALGO VA MAL /// Tony Judt

Taurus (2010)

....................

Estaba terminando el libro, pero lo dejé para ver en televisión el partido con el que España ganó la final de la Copa Davis. La victoria de Rafael Nadal sobre Juan Martín del Potro fue fruto del coraje deportivo. Y como en otras ocasiones, demostró buen estilo al desembarazarse de los alocados abrazos de sus compañeros para consolar al rival y saludar al equipo argentino. La escena enaltecía al jugador, al tenis, a la Davis…Todo parecía ejemplar hasta que Nadal volvió al corro triunfal cuando sus componentes, danzando como derviches, comenzaban a berrear una cancioneja que atronaba por los altavoces de la Maestranza sevillana. El casposo estribillo, “¡gracias por ser español!”, sólo variaba ligeramente el mantra con el que los propios tenistas celebraron anteriores éxitos en la Davis (“¡yo soy español!, ¡español!, ¡español! ¡español!”), pero en noviembre de 2011 resultaba especialmente inoportuno. Con cinco millones de parados, las finanzas públicas cerca de la bancarrota, la moral ciudadana por los suelos y un negro horizonte de profundos recortes del sistema de bienestar social, ¿quién cojones podía dar las gracias por ser español? 

 

Empachado de nacionalismo, volví a leer Algo va mal, el testamento político de Tony Judt. Su título original, Ill fares the Land,  remite a una estrofa del poema The Deserted Village, de Oliver Goldsmith, reproducida en la edición española como “Mal le va al país, presa de inminentes males, cuando la riqueza se acumula y los hombres decaen”. La sutileza del título original desaparece en el español, además excesivamente coyuntural, como demostraba el hecho de que sólo meses después de su publicación no algo, sino todo iba mal. Pero ese “algo” parecía acotar el tema del libro: las causas y las consecuencias de la demolición de los pactos sociales que permitieron el progreso en Occidente. Judt trata en sus páginas asuntos tan fundamentales como el imparable ascenso del individualismo a partir de la década de 1960 en detrimento del sentido de ciudadanía, la manipulación del lenguaje político, la quiebra de la confianza como fundamento de la vida pública, la trampa del multiculturalismo, la obsesión por la búsqueda de la riqueza, el albur moral que caracteriza la actividad económica, el desempeño de una clase dirigente sin convicciones ni autoridad pero con mucho poder… Y todas sus reflexiones demuestran mesura crítica, buen conocimiento de causa y compromiso con una humanidad a la que decía adiós mientras dictaba el libro desde su lecho de muerte en penosísimas circunstancias. 

 

La defensa de la socialdemocracia no impide al autor británico criticar las prácticas perversas de los estados sociales ni las contradicciones de una izquierda que “debe de hallar su propia voz para que se la vuelva a tomar en serio”. En justa correspondencia, su denuncia de las lacras del capitalismo liberal no llega hasta el extremo de ignorar los logros de las políticas de inclusión social llevadas a cabo en Europa y América antes de que la ola de desregulación acabara trastocándolo todo. Ahora, dice Judt, hemos entrado en una era de inseguridad (económica, física y política), vivimos atemorizados y nuestro miedo provoca la corrosión de los valores que sustentan las sociedades civiles. Por eso concluye su obra con una invitación a observar críticamente el mundo que nos rodea y “si pensamos que algo está mal”, a reaccionar en consecuencia. 

 

La crónica esclarecedora del arrumbamiento del concepto del “Estado responsable” que es Algo va mal me aportó claves para entender las causas últimas de la tremenda crisis que asuela España, etiquetada como económica, pero también profundamente política y, antes que nada, moral. Un ejemplo: tres meses después de la conquista de la Davis se supo que Rafael Nadal, el caballero del deporte, el campeón sin tacha, el “español, español, español, español” por antonomasia, había utilizado una argucia para ahorrarse millones de euros en impuestos tributando en Guipúzcoa. El enjuague salió a la luz pública en medio de un tremendo alboroto mediático por el supuesto menosprecio con que el tenista y otros campeones españoles eran tratados en los guiñoles de un canal de televisión francés a cuenta de acusaciones de dopaje. Políticos, periodistas, deportistas y aficionados de toda laya se apresuraron a reivindicar el honor patrio, mientras se cernía un manto de silencio sobre el apaño fiscal del ídolo. Poco después, Nadal compareció en televisión para reconocer que le habían asesorado mal y para notificar el pago compensatorio de una indeterminada cantidad de dinero. Por supuesto, nadie reclamó más explicaciones, y menos que nadie los bocazas que sólo esgrimen la defensa de lo público cuando les sirve para apuntalar sus acosos y derribos políticos. Parece claro que en España existen cada vez más clases. Las altas, medias y bajas no son cosa del pasado, por supuesto. Ni tampoco las que integran las personas con o sin trabajo, con o sin casa, con o sin estudios, con o sin vacaciones. Pero ahora, en plena colonización de la vida social por el deporte espectáculo, ha aparecido una nueva: la de los campeones y el vulgo telespectador, o si se prefiere, la de los españoles al cuadrado y la puta plebe. Y lo más sorprendente del caso es que la primera en su conjunto y buena parte de la segunda tildarían a Judt de ingenuo, o directamente de estúpido, caso de leer párrafos tan razonables como este del inicio de Algo va mal: “El estilo materialista y egoísta de la vida contemporánea no es inherente a la condición humana. Gran parte de lo que hoy nos parece “natural” data de la década de 1980: la obsesión por la creación de riqueza, el culto a la privatización y el sector privado, las crecientes diferencias entre ricos y pobres. Y, sobre todo, la retórica que los acompaña: una admiración acrítica por los mercados no regulados, el desprecio por el sector público, la ilusión del crecimiento infinito”. Más claro, agua.

...........................