LITERATURA /// Lecturas

Píldoras sobre el arte de inventar historias

LOS MECANISMOS DE LA FICCIÓN /// James Wood

RBA, 2013

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Los mecanismos de la ficción pretende plantear preguntas de crítico y ofrecer respuestas de escritor. Un reto singular, exigente y... lejos de ser alcanzado en un libro de notable interés que no justifica su subtítulo, “Cómo se construye una novela”. La doble personalidad es asunto de lo más literario, pero también difícil punto de partida en una obra de estas características, y mucho más si la acomete un pope de la crítica estadounidense, firma habitual en The New York Times, The New Yorker y The New York Review of Books. De origen británico, a James Wood se le considera un tenaz custodio del realismo, etiqueta que rechaza con el argumento de que se limita a defender “lo real, lo verdadero”. Cualidad o sustancia que, como explicó hace cuatro años en una entrevista al periódico chileno La Tercera, cabe reflejar "de muchas formas, no todas realistas. Es por eso que uno puede leer a Cortázar, Dickens, Graham Greene, Sebald, Joyce, Tolstoi y Beckett, sin sentir que son escritores incompatibles. El realismo es un estilo literario específico que surgió en Francia en 1850; todavía opera en la ficción de detectives o en flojas películas de Hollywood. Pero lo real, lo verdadero, es difícil de encontrar y vale la pena buscarlo”.

 

Tras ese rastro, Wood estructura su texto en diez apartados con los epígrafes “Narración”, “Flaubert y la narrativa moderna”, “Flaubert y el auge del flâneur”, “Detalles”, “Personajes”, “Breve historia de la conciencia”, “Empatía y complejidad”, “Lenguaje”, “Diálogo” y “Verdad, convención, realismo”. Sus análisis resultan sugestivos y coherentes, y todo cuanto escribe sobre los entresijos de la ficción, aun siendo enjundioso, tiene el suficiente tirón comercial como para que RBA haya reeditado la obra en 2013, solo cuatro años después de ser publicada en un sello especializado como Gredos. La grafomanía se ha extendido de tal forma que abundan los lectores ávidos del tipo de enseñanzas que, a modo de breviario hermeneútico, aporta este volumen. Y tampoco estaría de más que lo hojearan todos esos políticos de capa caída firmantes de bochornosas memorias que apestan a ficción, a pésima ficción. O, ya puestos, sus negros.

 

Como puede deducirse del enunciado de los capítulos, la achaparrada sombra de Flaubert y su bigote de morsa se deja notar en buena parte de los contenidos, por completo relacionados con cuestiones tan fundamentales de la creación literaria: los vínculos entre el autor y sus personajes, la exigencia de estilo, la esencia específica que en cada caso determina el éxito narrativo, el peso de la tradición...En total, 123 párrafos (en realidad, píldoras textuales) que acaban entrecruzándose porque, como avisa el autor en la introducción, “están motivados por la misma estética: cuando hablo de estilo indirecto libre, en realidad estoy hablando de punto de vista, y cuando hablo de punto de vista, en realidad estoy hablando de la percepción del detalle, y cuando hablo de detalle estoy hablando de personajes, y cuando hablo de personajes en realidad estoy hablando de 'lo real', que es lo que se halla en el fondo de todas mis indagaciones”.

 

Impregnado de ese celo por establecer nexos entre ficción y vida, el libro de Wood destaca por su valor divulgativo, pero no tiene nada de manual práctico. Ingeniosas, y a menudo polémicas, sus páginas se limitan a desvelar parte de la carpintería literaria, o, por seguir la cita de Dickens con la que comienzan (“Solo hay una receta: preocuparse muchísimo por la cocina”), a identificar los sabores e ingredientes del arte de inventar historias, a reconocer las técnicas y trucos empleados por los grandes autores. Los mecanismos de la ficción no enseña a escribir cuentos o novelas. Quien busque ese tipo de ayuda, deberá hallarla en otra parte, aunque, eso sí, el estudio de Wood puede utilizarse como provechosa guía de lectura para escritores noveles o aficionados, ya que referencia hasta 93 títulos, ordenados cronológicamente en el anexo bibliográfico. La lista comienza con Don Quijote y acaba en Terrorista, novela que John Updike publicó el año 2006. O sea, una cuidada selección de obras aparecidas a lo largo de 401 años con la que se fundamenta el principal argumento del libro: “que la ficción es tanto artificio como verosimilitud, y que no es difícil unir ambas posibilidades”.

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