LITERATURA /// Lecturas

La vida a escala pequeña

ESPERÁNDOLO A TITO Y OTROS CUENTOS DE... /// Eduardo Sacheri

GALERNA, 2000

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El libro tiró de mi hasta el estante en que permanecía medio olvidado. Debió atraerme la fuerza magnética del título y quizás del marbete negro dentado que proclama su 14ª edición, aunque con la letra volada en masculino, 14º. Hubo otro posible influjo en el que reparé al contar los relatos, otra vez 14, como el máximo de jugadores por equipo en un partido, o para ser exacto, 13 más un breve epílogo a modo de desiderátum sobre el paraíso: una cancha y un balón. Había adquirido el ejemplar durante el otoño de 2010 en Buenos Aires, quizás la ciudad más futbolera del mundo. No conocía al autor, pero me dio igual. Los escritores argentinos de fútbol son tan de fiar como los peloteros de su país, sobre todo en narraciones breves. El título nada podía decirme entonces, pero sí  “y otros cuentos sobre fútbol”. Esperándolo a Tito sólo cobró su hechizo al llevarme hasta él días antes de que el F. C. Barcelona recuperara a su entrenador tras su largo tratamiento médico en Nueva York. Todos los culés esperábamos a Tito Vilanova.


RBA publicó la recopilación en 2002 como Los traidores y otros cuentos. Las manías editoriales sobre lo que vende y no vende en España hurtaron del título la sustancia de cada una de sus páginas: el fútbol. La mejor versión del fútbol. El de la infancia, los potreros, las complicidades eternas selladas en la juventud, el terco empeño por lo imposible, la verdad implícita del juego. El fútbol que alimenta sueños, que se convierte en agarre cuando vienen mal dadas, que forja fidelidades, que azuza la pasión hasta el límite de lo salvaje. Un fútbol que no es de hoy, y no por el gigantismo del negocio, la engolada pose de sus figuras o la violencia de las barras bravas. El fútbol del libro se juega inapelablemente en la cancha del pasado. Por eso, convertido en leyenda colectiva o mero recuerdo personal, muchos de los personajes de Eduardo Sacheri vuelven sobre sus pasos para cantar audacias en pantalón corto, desmontar récords fuleros, desvelar insólitas apostasías o recrear trances en los que, balón mediante, vislumbraron el sentido de la existencia. Y lo hacen respetando códigos de barrio como el expresado por el narrador que abraza al Tito de papel, con certeza también aceptado por el técnico azulgrana: “llorar, vaya y pase, pero llorar delante de los amigos, jamás”.

 

Sacheri, que saltó al campo de la literatura con estos relatos, ha dicho en alguna ocasión que “el fútbol reproduce la vida a escala pequeña”. Él, desde luego, ha sabido convertirlo en excelente ficción y, tras alcanzar reconocimiento como escritor, le ha demostrado la fidelidad que era de esperar en un hincha del juego, además del club cuyas derrotas le quitan el sueño, Independiente de Avellaneda. Su novela La pregunta de tus ojos se convirtió en la premiadísima película El secreto de tus ojos, dirigida por Juan José Campanella, con quien ha elaborado el guion del film de animación que en España será Futbolín y en Argentina Metegol, como se denomina allí el invento del gallego Alejandro Finisterre. Otra prueba más del venero semántico de un fútbol en el que se patea al punting o al chanfle, el arquero ataja (o no) los chumbazos del cuadro contrario, un gol pavote puede abrir camino a un peludo bárbaro, se banca sin desmayo y conviven sobre el piso matungos y genios de la gambeta. Además, la narración de añejas historias reclama la recuperación de sonoros anglicismos: centroforward, centrohalf, win, back, referí, shotear, foul…No hay ninguno, sin embargo, en Me van a tener que disculpar, relato en que el autor, pese al desagrado que le produce la mezcla de deporte y política, reverencia a Maradona por sus dos goles a Inglaterra en el Mundial de 1986, sólo cuatro años después del desastre de las Malvinas. La guerra también a escala pequeña. Siempre hay un balón para un desquite.  

 

Esperándolo a Tito y otros cuentos destaca por la riqueza y el tono desenfadado del lenguaje. De estructura sencilla, poca extensión y final no siempre conseguido, los relatos transcurren en el área metropolitana de Buenos Aires e ignotas localidades de provincia salvo uno, aparentemente localizado en Paraguay. La mitad utiliza como material narrativo los lances, metamorfosis y componendas que se suceden en un partido cualquiera, por muy infantiles o aficionados que sean los oponentes. La otra mitad, las alegrías y tomentos de hinchas de Huracán, River Plate, Belgrano, Nueva Chicago… tan anhelantes del éxito de su equipo como del fracaso del rival. Todos buscan emocionar al lector. Y todos resaltan sin disimulo el encanto vital del fútbol. Los relatos de Sacheri son, en ese aspecto, un antídoto al vocerío inane de estudioestadios, puntopelotas, futboleros y tertulias televisivas de semejante jaez.

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