JAZZ /// Discos
Tres en uno libérrimo
STEVE COLEMAN´S MUSIC LIVE IN PARIS /// Steve Coleman
BMG, 1995
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Hay infinidad de discos que se escuchan sólo de cuando en cuando, pero son escasos los que impresionan tanto como la primera vez. Cuando eso ocurre, suele tratarse de propuestas jazzísticas arriesgadas que el aficionado recibe entre dosis parejas de gozo y desconcierto. Con más razón, además, si no se trata de una única pieza discográfica, sino, como la titulada Steve Coleman´s Music Live en Paris, de una carpeta que incluye tres CDs planteados con más intención panorámica que unidad estilística. O sea, nada de una trilogía al uso, pese a contar con el mismo líder y haber sido grabados en el mismo club durante cinco noches consecutivas. Cada CD, un reto con una formación diferente. El conjunto, una obra ambiciosa, intensa, compleja, libérrima. La demostración incontestable del crecimiento no sólo musical que había alcanzado Steve Coleman a punto de cumplir treinta tacos. Un paso adelante en la carrera del principal promotor del movimiento M-Base, acrónimo de Macro Basic Array of Structured Extemporization, en el que participaban músicos, bailarines y poetas.
El saxofonista de Chicago fue uno de los instrumentistas que acompañaron a Roy Hargrove en Hard Groove, el CD de The RF Factor reseñado en la entrega anterior del apartado “Discos”, pero en su caso también cabría establecer conexión con el protagonista del último “Perfiles”, Charles Mingus. Él tampoco admite constreñir su música a la etiqueta jazz, prefiere otras relacionadas con conceptos como espontaneidad creativa, interacción con el público, trance sagrado...Y bastante de todo eso hay en los tres CDs grabados en el Hot Brass de París en los cinco primeros días de la primavera de 1995: Myths, modes and means, con la concluyente firma de Steve Coleman and The Mistic Rhytm Society; Curves of life, con el ya clásico membrete de Steve Coleman and Five Elements, y The Way of the Cipher, con la etérea rúbrica de Steve Coleman and Metrics.
Son tres horas y media de impresionismo jazzístico, chaparrones funk, peregrinajes sónicos, malabarismo instrumental, arrebatos espirituales, soflamas rimadas...En la carpeta del tercero de los discos citados, en el que destaca la intervención de los raperos Koyaki, Sub-Zero y Black Indian, se equipara la música que contiene con la escritura automática de los surrealistas, y no está mal visto, pese a que el jazz se basta y sobra para aportar referencias históricas propias sobre la improvisación. Como el disco lo editó BMG Francia, resulta comprensible esa pejiguería cultista. Pero, bueno, qué más da: París, en lo que respecta al jazz, sigue valiendo una misa.
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