JAZZ /// Discos
Aviso: música condenadamente buena
VOODOO /// D´Angelo
EMI, 2000
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El CD se editó con una mojigata advertencia en portada que ahora produce risa o, más aún, provoca carcajadas a la vista del desarrollo posterior de lo que se sigue llamando R&B aunque Beyoncé y Etta James apenas tengan otra cosa en común que el rubio de su colección de pelucas. En cualquier caso, el cuadratín de chulas tipografías con el mensaje “Parental Advisory Explicit Content” encajaba en la portada. Primero, por lo que venía a sugerir el tronco desnudo del musculado tunante fotografiado en ella. Segundo, por el título del disco, sugerente y demoníaco: Woodoo. Y tercero, por el nombre artístico del compositor, multinstrumentista, productor y cantante que lo firmaba: D´Angelo. En Estados Unidos, un perturbador ángel negro rebosante de sex-appeal que orillaba el nombre de Michael Eugene Archer con el que le había bautizado su padre, pastor pentecostal. Aquí, otro rapero negro, uno más, pero con nombre de club de alterne con pretensiones.
La música, incandescente e hipnótica, de Voodoo también merecía por si sola la etiqueta admonitoria, y ya no digamos las letras, extrañamente espirituales algunas y de una sexualidad explícita, rozagante, incluso exhibicionista, las más. Nada que no pudiera esperarse de un desinhibido soul man, o neo-soul man, si se quiere, que no sólo había nacido en Virginia, sino que aseguraba haber visto a la virgen a los nueve años, y que hacía suyo el potente ritual del vudú antillano a la búsqueda de su consagración cuatro años después de haberse dado a conocer con Brown Sugar, disco más bien funk. Una espera larga, pero que valió la pena. Voodoo es una obra redonda que, además, ha ido alcanzado una dimensión especial porque D´Angelo no ha vuelto a publicar nuevo material, aunque se viene anunciando desde hace ya mucho tiempo un tercer disco, provisionalmente titulado James River, que si por fin aparece ahora pondrá fin a trece años de sequía creativa.
Sean cuales sean las circunstancias personales que han constreñido la carrera de su autor (y las drogas algo han tenido que ver con ellas), Woodoo resulta doblemente notable, no sólo te atrapa a la primera escucha, sino que te exige volver a él una y otra vez, como si fuera finísimo chocolate. D´Angelo deslumbra por su versatilidad vocal, la soltura con la que encaja la tradición en el soul/hip hop comercial de finales del siglo XX, el habilísimo moteado jazzístico de casi todos sus temas y la libertad con la que sigue los pasos de Marvin Gaye, Prince, Al Green, Curtis Mayfield…En Woodoo la presencia de estas estrellas se hace tan patente como los instrumentistas que rodean a D´Angelo cuando consiente en tener compañía: el trompetista Roy Hardgrove, el bajista Pino Palladino, el batería Ahmir Thompson, el cantante y guitarrista Raphael Saadiq, el también guitarrista Charlie Hunter, que conecta este CD con el de la reseña anterior, ya que está presente en ambos…Casi todos, por no decir todos, son reputadas figuras en el competitivo panorama del jazz y el R&B, como también lo sería, de haber proseguido su caarrera, el autor de Playa Playa, Devil´s Pie, Send It On, Spanish Joint, Greatadayndamorni´n y Untitled (Haw Does It Feel), por citar seis de los mejores cortes de los trece que contiene Woodoo. Dos más que los conciertos europeos de principios de 2012 en los que, casi por sorpresa, reapareció un D´Angelo fondón pero aún con punch para presentar algunos temas de James River, su disco fantasma.
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