JAZZ /// Perfiles

Una vocalista en sazón

ANNIE ROSS SINGS A SONG WITH MULLIGAN /// Annie Ross

Pacific Jazz, 1990

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Los discos como éste dan para mucho en el juego de las comparaciones, que en el jazz raramente son odiosas, salvo para aficionados idólatras o/y esclavizados por sus prejuicios. De entrada, el título ya hace referencia a Sing a Song of Basie, del trío formado por la propia Annie Ross con Dave Lambert y Jon Hendricks, que se atrevió a cantar en 1957 tanto partes instrumentales como solos del repertorio de la famosa big band con letras del segundo de los integrantes masculinos. Ese elepé, todo un bombazo artístico y comercial, abrió caminos al estilo vocalese y también lanzó la carrera de Annie Ross. De hecho, la relectura de Count Basie sólo antecedió en meses a sus grabaciones con el cuarteto sin piano de Gerry Mulligan, uno de los referentes del entonces pujante cool.


La versátil voz de la cantante nacida en Inglaterra, criada en Estados Unidos y consagrada en los clubs nocturnos de París tiene un buen contrapunto en el sonido redondo y relajado del saxo barítono de Mulligan, a quien respaldan las trompetas de Art Farmer y Chet Baker. Ambos son posibles protagonistas de esos cotejos que permite el CD, ya que el primero interviene en los seis temas iniciales y el segundo en el resto. Hay incluso dos, los melódicos I´ve Grown Accustomed to your Face y This is Always, que se repiten con ellos como único cambio de la formación, pero su protagonismo es mínimo, así que mejor prestar atención a los solos de Farmer en I Feel Pretty, All of you y My Old Flame, y los de Baker en Between the Devil and the Deep Blue Sea y How about you. También se puede, con ganas y tiempo, contrastar esta versión de My Old Flame con la de Chet Baker en el disco de la reseña anterior.


Las grabaciones con Mulligan son de las mejores en solitario de Annie Ross, cuya trayectoria no ha cundido todo lo que era de esperar por circunstancias familiares (tuvo varios hijos, entre ellos uno con el batería Kenny Clarke), su adicción a la heroína, aventuras empresariales e incluso sus escarceos cinematográficos (es la cantante de jazz con una hija violonchelista en Vidas cruzadas, la interesante película de Robert Altman basada en relatos de Raymond Carver). Lástima, porque contaba con una soberbia voz, especialmente brillante en los registros agudos, y un gran sentido musical, ya patente en su perfecto acoplamiento, a los 27 años, con el instrumentista que redefinió el papel del saxo barítono en el jazz. Annie Ross Sing a Song with Mulligan revela todo su potencial. La portada, elegantemente diseñada, la muestra en primer plano con un aire de romántica tristeza que casa bien con las baladas incluidas en el CD, pero poco o nada con el juguetón optimismo que despliega en I Feel Pretty, Give Me the Simple Life, Guess I´ll Have to Change my Plans y el resto de composiciones en que prima el ritmo sobre la melodía. Ahora, con 83 años, todavía despliega ese garbo vocal periódicamente en algunos clubs neoyorquinos.        

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