JAZZ /// Discos

Las dos caras de Art Tatum

ART TATUM /// Compilación

JAZZ TIME / 1992

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Reseñar un disco de coleccionable no queda fino. Ni fino ni cool ni ná. Casi representa un agravio para los exquisitos aficionados al jazz, desde antaño obsesionados por marcar distancias respecto a los consumidores de aluvión, aquellos que eran (éramos) cazados a lazo en los quioscos con señuelos de marketing y precios engañosamente imbatibles. Pero hay piezas que resumen complejas trayectorias o resultan tan significativas como discos renombrados. Eso sucede con el CD Art Tatum, distribuido en España en 1992 junto con el fascículo de la colección Jazz Time sobre el mejor pianista de cuantos se habían conocido hasta su fallecimiento, con 47 años, en 1956. Su virtuosismo alcanzaba tales cotas que a veces fue considerado más una rémora que un atributo artístico. Los críticos más empecinados le reprocharon que malgastara sus infinitos recursos técnicos en pirotecnias armónicas y en cascadas de notas, pero nadie puso en duda que él sentó las bases del solo de piano. Y sus colegas le mantuvieron siempre en un pedestal. Comenzando por el inmenso Fats Waller, uno de sus maestros, quien, al distinguirlo una vez entre el público de un club, avisó a los espectadores: “Yo toco el piano, pero esta noche ¡dios en persona está con nosotros!”

 

Juguetón sentido del ritmo, conocimiento profundo de la tradición (stride, swing, blues), exquisitez melódica, genialidad armónica, querencia desatada por la improvisación, gusto por el exceso…los rasgos más destacados del estilo Tatum se hacen patentes en esta entrega del coleccionable Jazz Time, con veinte grabaciones de 1938, 1939, 1941, 1950 y 1952. En las de piano solo, la mayoría del CD, aborda standards como Sweet Lorraine, I Can´t Get Started, It Had to Be You, Lullaby in Rhythm, Just a Gigolo, On the Sunny Side of the Street…Las cuatro últimas, en formación de trío, con el guitarrista Everett Barksdale y el contrabajista Slam Stewart, corresponden a la época en que acomodó su carrera al rompedor espíritu de la época, tal y como evidencian sus interpretaciones de los también conocidísimos temas Just One of Those Things, Indiana, Lover y Out of Nowhere. Y en medio de esos dos tipos de piezas, tres curiosidades, tres blues grabados en reuniones informales, en uno de los cuales, Knockin´n Myself Out, el pianista casi ciego de Toledo, Ohio, demuestra unas más que notables dotes vocales.


Seguramente, ése es el intérprete al que homenajea con su apodo el líder de Gregario de Luxe, el grupo de soul de la reseña anterior. Tatum, que también grabó un espléndido disco de blues con Big Joe Turner, tendía a diferenciar claramente su carrera profesional de las veladas y jams en la que se dedicaba a disfrutar, entre amigos, tocando y cantando blues, o improvisando durante horas sobre una secuencia de acordes. De sus 600 grabaciones, la inmensa mayoría corresponden a la primera de esas facetas, pero afortunadamente el disco de Jazz Time incluye esa pequeña muestra de lo que el Tatum íntimo era capaz de hacer. Un coloso del piano. Un intérprete pinturero. Un campeón de acordes decidido a ir siempre un poco más allá de lo que era de esperar. El fenómeno cuya huella se dejó sentir durante años no sólo entre los pianistas sino en todo el universo del jazz.  

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