JAZZ /// Discos
Evocación de la máquina rítmica de Elvin Jones
REMEMBRANCE /// The Elvin Jones Jazz Machine
MPS, 1978
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De vinilo a vinilo. De 1965 a 1978. Del mítico estudio en Englewoods Cliffs, Nueva Jersey, de Rudy Van Gelder, fallecido con 91 años a últimos de agosto de 2016, al decimonónico edificio industrial de Sttutgart donde operaba el Tonstudio Zuckerfabrik. De la producción de Bob Thiele para Impulse, sello que dirigió en los años en que fue referencia de modernidad y renovación jazzística, a la del crítico, periodista y escritor Joachim-Ernest Berendt para MPS, discográfica alemana con variado catálogo que cofundó en 1968. Del por tantas razones extraordinario A Love Supreme, objeto de la última reseña en esta sección, a Remembrance, elepé que desde el título supone un homenaje. Y, enfin, de la figura descomunal de John Coltrane a Elvin Jones, cuyos hallazgos polírrítmicos y fecunda influencia entre las últimas hornadas de bateristas cobran mayor dimensión con el paso del tiempo.
Remembrance está entre la veintena de títulos grabados pòr The Elvin Jones Jazz Machine durante la también veintena de años que recorrió el mundo con un post-bop enriquecido con variantes rítmicas y melódicas no solo de la tradición afromericana sino con otros orígenes. Ninguno de los siete temas del disco lo compuso el líder, pero se nota que está al mando, como corresponde al artífice de que la batería, y la percusión en general, cobrara presencia en la escena jazzística experimental de la década de 1960. Siguiendo la senda de Kenny Clarke y Max Roach, que definieron la progresión del instrumento dos décadas antes, Elvin Jones introdujo, tras liberarse de la influencia de Art Blakey, variaciones de tal entidad que según algunos críticos de renombre fue él quien abrió caminos a John Coltrane y no al revés.
Sea como fuere, Remembrance suena coltraniano desde el primero al último acorde. Giraffe, el tema inicial, de Don García, está interpretado en tiempo medio y sirve para preparar el terreno a los tres que completan la cara A, todos del saxofonista Pat La Barbera: un rápido Section 8 en el que destaca el guitarrista Roland Prince; Little Lady, con una entrada que recuerda a Song for my Father, de Horace Silver, y un pegadizo Familiar Ground, de largo recorrido en discos posteriores del baterista. La cara B comienza con Kalima, pieza de exótico lirismo compuesta por el otro saxofonista del combo, Michael Stuart; sigue con Beatrice, del bajista Andy Mc Cloud III, también participante en la grabación, y la cierra Remembrance, de nuevo firmada por Pat La Barbera, con un solo que Elvin Jones borda evidenciado su reconocida destreza a la hora de fundir ritmo y melodía.
La formación con dos saxofonistas, un guitarrista y un bajista era de las más habituales entre las que se sucedieron en The Elvin Jones Jazz Machine. Curiosamente, los músicos y los títulos de las canciones sugieren enlaces familiares, algunos de alcurnia. Los hermanos mayores de Elvin Jones fueron Hank, finísimo pianista, y Thad, trompetista, arreglista y director de big-bands. Los hermanos pequeños de Pat La Barbera no han alcanzado ese nivel, y ni siquiera el del saxofonista, pero son conocidos en los circuitos de jazz estadounidenses, John como trompetista y arreglista y Joe como baterista. Y aunque no pase de anécdota, Andy Mc Cloud III aprendió a tocar de niño con el bajo de un tío suyo. La familia, en muchos casos en torno a un pastor, una capilla y un órgano, fue durante casi todo el siglo XX la escuela primordial de los jazzistas afroamericanos, incluidos los más vanguardistas. Elvin Jones lo solía reconocer sin ambages: “Siempre toqué así. Incluso antes de mi época con Coltrane. Nunca supe que iba a revolucionar algo. Toco lo que he oído en casa, en nuestra igesia”.
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