JAZZ /// Discos
Chano Domínguez, minero en el arcoiris
OVER THE RAINBOW /// Chano Domínguez
SUNNYSIDE, 2017
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La maestría de Chano Domínguez, toque a toque y toque lo que toque, invita a pensar en una facundia pianística. Puede parecer raro, porque ese término remite al habla, pero refleja cabalmente la desenvoltura con que se expresa al teclado. Energía. Sentimiento. Cercanía. Efusividad. Alegría. Complicidad. De todo eso, en dosis que la inspiración y la técnica dictan en cada tema, hay sobradas pruebas en su discografía. Y por todo eso avanza por la ruta transoceánica que le ha llevado desde la bahía de Cádiz hasta el estuario del Hudson. En Nueva York, donde reside desde hace meses, tras una estancia de dos años en Seattle, ya comienza a tener barra libre en el selecto club de renovadores del jazz. Y, guardando las distancias debidas, resulta inevitable asociarle con el primer Chano conquistador de la Gran Manzana. En la década de 1940 los tambores cubanos de Chano Pozo añadieron sabrosura al be-bop. Ahora son sus melismas flamencos los que polinizan el jardín cosmopolita del jazz.
Diríase que el pianismo de Chano se beneficia de su tardía aproximación al instrumento, como si haberlo hecho a los veinte años le hubiera ahorrado miles de horas de mortales ejercicios de digitación y solfeo. Por supuesto, le sobran los recursos técnicos, y sus esfuerzos le habrán costado, pero la frescura y el gozoso sentido del ritmo abrillantan sus interpretaciones. Over the Rainbow, el disco en solitario que acaba de presentar coincidiendo con varias actuaciones en Barcelona y Madrid, refleja su evolución desde que comenzó a ser conocido por el gran público gracias a Calle 54, película en que Fernando Trueba volcó su pasión por el jazz latino. Cuatro de los temas del cedé proceden de la gran tradición del jazz y otros cuatro de lo más granado del repertorio de la América hispana. El resto son propios: Mantrería, trepidante bulería en modo mantra inspirada en algunos de sus padrinos musicales (Bach, Albéniz, Fats Waller...), y Marcel, luminosa dedicatoria a un hijo con ecos de Keith Jarret. El disco, editado por Sunnyside en Estados Unidos y Nuba Records en España, se descarga en internet con otro tema suyo, Serena, que lleva el nombre de otra hija.
Aparte de Harold Arlen, compositor de El mago de Oz, John Lewis y Thelonious Monk firman los cortes de mayor raigambre jazzística. Los cubanos Eliseo Granet y Marta Valdés (con quien Chano grabó en el año 2000 un disco crucial en su carrera), la chilena Violeta Parra y el argentino Atahualpa Yupanki son los otros cuatro autores. En Django, emblema de los en su día revolucionarios postulados de The Modern Jazz Quarter, la melodía se abre paso con suavidad hasta un final aflamencado. Evidence resulta más conceptual y plácido que Monk´s Dream, pero en ambos destaca la vibrante relectura de la complejidad armónica del genio gruñón que los compuso. Drume negrita, la famosa nana cubana, es una delicia emocionalmente escueta. Gracias a la vida combina delicadeza melódica e ímpetu rítmico. Hacia dónde evoluciona desde la melancolía inicial hasta varias tormentosas progresiones de notas. La sensibilidad manda en la versión de Los ejes de mi carreta. Y, perfecto punto final, Over the Rainbow suena clásico, dulce y jubiloso, todo a la vez.
El tributo a la herencia personal vincula vagamente este disco con Remembrance, comentado en la entrega anterior. De vivir aún, seguro que Elvin Jones hubiera encontrado espacios de confluencia con Chano, como Winton Marsalis, Paquito de Rivera, Herbie Hancock, Paco de Lucía y otras figuras con las que ha compartido estudio de grabación o escenario. El baterista era otro músico minero, categoría en que le gusta incluirse al gaditano: “Escarbo en el piano todos los días y alguna vez encuentro una piedra preciosa. Soy buscador y no tengo ninguna gana de convertirme en una caricatura haciendo siempre lo mismo”. Quienes presenciaron el 19 de enero su concierto a dúo con Javier Colina en el Auditorio Nacional de Madrid pudieron comprobar no sólo la verdad de estas palabras, sino también cuánto se crece y disfruta en directo. Llevaba 14 años sin actuar con el contrabajista pamplonés y, según cuentan, ofrecieron una actuación extraordinaria, de la que parece habrá disco. Ojalá que no tarde tanto como Over the Rainbow, grabado hace ya cinco años en otro concierto en la capital catalana. Ni El mago de Cai ni sus muchos seguidores merecen semejante dilación.
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