JAZZ /// Discos

400 minutos de orfebrería musical

KEITH JARRETT AT THE BLUE NOTE /// Keith Jarrett

ECM, 1995

..................

Cada nueva nota, un descubrimiento”, así resumió un crítico neoyorquino los conciertos que Keith Jarrett, acompañado por Gary Peacock al bajo y Jack de Johnette a la batería, ofreció durante tres noches consecutivas de junio de 1994 a la parroquia del club The Blue Note. Semejante ditirambo cobra toda su dimensión si se considera que estaba refiriéndose a ¡¡¡¡400!!!! minutos de música, aunque eso, lejos de descalificar a su autor, refleja el formidable impacto que causó el trío. Similar, por cierto, al que produce ahora, veinte años después, escuchar los CDs que permiten revivir aquellas sesiones, agrupados en el estuche premiado como Disco del Año de la revista Downbeat en 1996. Cuesta un pastón, incluso si se adquiere de segunda mano, pero lo vale. Vaya que sí.


En los seis discos, presentados en el orden en que fueron grabados, está registrado todo cuanto sonó en cada uno de los dos pases de cada noche, incluidos los aplausos de un público tan entregado como respetuoso, casi solemne. Durante las canciones no se oye el mínimo ruido, nada de los habituales silbidos de entusiasmo ni de los jaleos a los solistas, e incluso poco del típico berreo con el que el genio de Pennsylvania remarca su venturosa relación con las teclas del piano. En Keith Jarrett at The Blue Note prima la meticulosidad, la exquisitez y la exigencia que Manfred Eicher convirtió hace décadas en la marca registrada de las grabaciones de ECM. No todo el mundo aprecia ese sonido, de gélida perfección en ocasiones, ni encaja a cualquier jazzman lo que el trombonista y crítico Mike Zwerin calificó de “brillantez reverberante”, pero se ajusta perfectamente a los propósitos y necesidades de Keith Jarrett, quien ha grabado brillantísimos discos dedicados a Bach, Händel y Shostakovich. La excelencia técnica, la mezcla de lirismo y toques vanguardistas, el cromatismo sonoro, la relectura del catálogo popular y la confluencia de armonías jazzísticas con la tradición clásica europea y otras más exóticas definen su universo creativo desde The Köln Concert, el elepé que cimentó su fama y la del sello discográfico alemán.


Para cuando actuaron en el local de Greenwich Village, Keith Jarrett, Gary Peacock y Jack de Johnette llevaban tanto tiempo interpretando standars que se había consolidado como nombre del trío el que lo asociaba a ese repertorio. El programa que ejecutaron no sorprendió, pues, a nadie. Lo que maravilló a la audiencia, entre la que abundaron músicos de todo pelaje, fue la perfección e intensidad en la reelaboración del cancionero de Broadway (How Long This Has Been Going On?, I´am Old Fashioned, When I Fall in Love, How Deep is the Ocean, You´d Be So Nice to Come Home To...), de bandas sonoras (Days of Wine and Roses, I Fall in Love Too Easily, On Green Dolphin Street...), de temas señeros del bop (Now´s the Time, Straight no Chaser, Oleo...) y de piezas del líder de la formación (Partners, No Lonely Nights, Bop-Be, Desert Sun...). En total, 35 temas y 38 interpretaciones, ya que hubo doble ración en tres casos: los dos temas de Jarrett citados en primer lugar y Things Ain´t What They Used To Be, de Mercer Ellington y Ted Persons. La más extensa, Desert Sun, otra composición propia, dura 28 minutos y medio, y la más corta, Dont Ever Leave Me, de Oscar Hammerstein II y Jerome Kern, poco más de cinco. Entre ellas piezas de muy diversa duración, soberbia orfebrería musical y emoción a raudales. Todas rayan a gran altura, pero para mi gusto Keith Jarrett y sus acompañantes están sembrados en Skylark, el clásico de Hoagy Carmichael y Johnny Mercer que también bordaba Cassandra Wilson en el disco de la reseña anterior. Y, ya puesto a ser pejiguero, diría que le sobran minutos e ínfulas a Desert Sun. Riesgos de la improvisación...

....................