Y UN CORTO ETCÉTERA /// Rescates

Apuntes enciclopédicos sobre la beatlemanía

Tras una veintena de años en las redacciones de varios periódicos, en 1995 inicié en Barcelona una nueva trayectoria profesional como coordinador free-lance de dos nuevos tomos de una colección de libros de gran formato que se vendía a domicilio con el pomposo título de “Protagonistas de la Historia”. Cada uno de los volúmenes incluía casi un centenar de biografías escritas por los habituales colaboradores del mundo editorial, acostumbrados a un trabajo tan ingrato como mal pagado. Yo, con necesidad de formar parte de ese maltratado subgremio, me ofrecí a escribir cinco biografías contando con la ventaja de poder elegirlas: Isak Dinesen, Dashiell Hammet, Al Capone, Nat King Cole y los Beatles.

 

Ahora, cuando se cumplen 50 años de su fulgurante aparición en el universo de la música pop y un lustro del desmoronamiento de la industria discográfica, los Beatles están siendo objeto de todo tipo de homenajes, estudios y recuperaciones que mezclan negocio y nostalgia. En mi rescate no hay nada de lo primero y poco de lo segundo, sólo la que pueda destilar el texto que escribí cuando George Harrison, el beatle que mejor me caía, estaba vivo y Paul McCartney sólo se había casado una vez, sin que fuera todavía el padre de una famosa diseñadora de moda. Por supuesto, desde entonces han ocurrido muchas cosas y se han sabido otras que exigirían correcciones, añadidos y precisiones a la biografía que apareció en “Protagonistas de la Historia”, pero no estoy por la labor. Muy por el contrario, la reproduzco tal cual se publicó, con entradilla, ficha cronológica y el cuerpo central del texto mientras me debato entre escuchar en el ordenador Day tripper o When I´m Sixty-Four.    

 



Los Beatles

 

Grupo británico de música pop que se convirtió en el emblema de la revolución juvenil de los años sesenta y alcanzó un éxito extraordinario con canciones que suponían una evolución del rock and roll estadounidense, dando lugar al fenómeno denominado beatlemanía. Aunque su producción discográfica sólo se extendió durante ocho años, cimentaron en ese corto espacio de tiempo una aureola de grupo mítico que todavía persiste en la actualidad gracias a la frescura de sus composiciones y al carisma de sus cuatro integrantes. Tras su separación en 1970, tres años después de publicar su obra maestra, el disco conceptual Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band, las trayectorias individuales de sus cuatro componentes han sido muy distintas. John Lennon, uno de los dos líderes del grupo, junto con Paul Mc Cartney, fue asesinado a tiros por un demente en Nueva York en 1980.

 

 

Cronología

 

1962. Se publica Love me do, su primer disco.

1964. Cinco de sus canciones ocupan los cinco primeros lugares de las listas de venta de Estados Unidos.

1967. Presentan Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band.

1970. Separación del grupo.

1980. Asesinato de John Lennon en Nueva York.

1995. Paul, George y Ringo graban una canción de Lennon en el que se incluye la voz de éste.

 

 

 

El 5 de octubre de 1962 hubiera sido una fecha irrelevante de no mediar un hecho fundamental en la historia de la música moderna: ese día se publicó Love me do, el primer disco de los Beatles, grupo compuesto por cuatro jóvenes británicos que, con sus canciones y actitudes, revolucionaron la cultura de masas de la segunda mitad del siglo. Menos de ocho años después de su bautizo discográfico, las desavenencias internas y la necesidad de explorar caminos artísticos individuales condujeron a la disolución del conjunto, pero para entonces se habían convertido en algo más que un mito músical. Se les llamaba los fab four (Fabulosos Cuatro) y eran la representación emblemática de la “década prodigiosa”, la prueba más rotunda del papel protagonista de la juventud en la todavía incipiente sociedad de consumo. En el momento de su separación, durante el mes de abril de 1970, los Beatles, nombre que mezclaba el concepto musical beat (repetición) con el término beetles (escarabajos), habían alcanzado la consagración absoluta y se les empezaba a considerar ya como los clásicos por antonomasia de la música pop, valoración que continúa vigente en la actualidad.

John Lennon, Paul Mc Cartney, George Harrison y Ringo Starr, nacidos en ambientes de clase baja de la ciudad portuaria de Liverpool, en el noroeste del Reino Unido, tenían entre diecinueve y veintidós años cuando grabaron su primer disco, pero pese a su juventud contaban con una nada desdeñable experiencia artística. En 1957, Lennon había formado The Quarrymen, conjunto fuertemente influenciado por las estrellas del rock and roll estadounidenses, tanto blancas como negras, en el que rápidamente se integró Mc Cartney, a quien conoció en una fiesta celebrada en la iglesia de Woolton, suburbio de Liverpool. Dos años después, al poco tiempo de unirse a ellos Harrison, el grupo se disolvió para reaparecer semanas más tarde con el nombre de Long John and the Silver Beatles, luego reducido a The Silver Beatles, y finalmente al que les daría fama mundial. A principios del año 1960, los tres citados, más Pete Best y Stu Sutcliffe, los dos restantes Beatles de aquella época, realizaron una gira por Escocia, y desde agosto a diciembre actuaron en varios clubs de Hamburgo, ciudad alemana a la que volverían el año siguiente, y en la que incluso llegaron a grabar un disco, aunque no puede considerarse suyo, porque los contrataron para acompañar al cantante Tony Sheridan y figuraron en él con el nombre de Beat Brothers.

 

Salto a la fama

 

De vuelta en Liverpool, tras haber abandonado el grupo Stu Sutcliffe, que permaneció en Hamburgo para proseguir sus estudios de arte y casarse con la fotógrafa Astrid Kirschner, quien les había inducido a cambiar su tupé rockero por el flequillo, una de sus señas de identidad, los Beatles entraron en contacto con la persona que desempeñaría un papel clave en su gran salto a la fama: Brian Epstein, su futuro manager. Era octubre de 1961, tenían un buen puñado de canciones propias, actuaban en The Cavern (La Caverna), club subterráneo que hacía honor a su nombre, y gozaban de un fuerte tirón entre los jóvenes amantes de la música moderna de la ciudad. Sólo les faltaba la guía de alguien como Epstein, un joven hombre de negocios de buenos modales y relacionado con la industria fonográfica, ya que era propietario de varias tiendas de discos, que les abriría en pocos meses las puertas de los estudios de grabación. Pero para ello, impuso una condición: Pete Best no daba la talla, necesitaban otro batería. John y Paul, los dos jefes del grupo, quienes llevaba la voz cantante tanto en los escenarios como en los despachos, y los autores además de la gran mayoría de las canciones, no se hicieron de rogar e invitaron a unirse al grupo a Ringo Starr, con quien ya habían tocado en ocasiones en Hamburgo.

Tras ser rechazados por la Decca y otras compañías importantes, Epstein consiguió que grabaran Love me do en una filial de la EMI, varió la imagen del grupo, depurándola de rasgos excesivamente rockeros, y lo colocó en la rampa de lanzamiento de un éxito que no tendría parangón en el mercado discográfico. Con John Lennon a la guitarra solista, Paul Mc Cartney al bajo, George Harrison a la guitarra de acompañamiento y Ringo Starr a la batería, el grupo hacía una música distinta a la que hasta entonces imperaba en un mercado inglés absolutamente dependiente de la música de Estados Unidos. En realidad, la fórmula inicial de los Beatles era tan sólo una sabia combinación de rock, rythm and blues y soul con composiciones propias más melódicas y un aire más moderno, pero impactaba por su ritmo y frescura, por los arreglos vocales y por el modo en que la interpretaban, mezclando con acierto dosis parejas de energía, delicadeza, humor y desenfado. Era lo que cientos de miles de jóvenes británicos estaban esperando: canciones que hablaran de cosas que les interesaban y que les hicieran bailar frenéticamente, una música en las antípodas de las blandengues baladas que humedecían los ojos de sus padres. Su entusiasmo ante los discos de los cuatro muchachos de Liverpool fue inmediato y traspasó fronteras a una velocidad vertiginosa. La nueva cultura de masas tenía en ellos a los mejores profetas.

A Love me do, que alcanzó el número 17 de las listas de venta británicas, le siguió pocos meses más tarde Please, please me, que llegó al número 2, y luego con cada uno de sus nuevos discos lograron en cuestión de días el número 1 con los temas From me to you, She loves you y I want to hold your hand (los tres en 1963), Can´t buy my love, A hard day´s nihgt y I feel fine (en 1964), y Ticket to ride, Help! y We can wok work it out (en 1965). El 4 de abril de 1964 ocupaban los cinco primeros lugares de las listas de venta de Estados Unidos con cuatro de esas canciones más Twist and Shout, y a mitades de la década hacían furor no sólo en su país natal y en Norteamerica, sino en todo el mundo. Sus conciertos en directo eran constante noticia por las multitudes juveniles que asistían a ellos y por las escenas de histerismo protagonizadas por unos fans absolutamente entregados a la adoración de sus ídolos y al consumo de todo tipo de productos que tuvieran la más mínima relación con ellos. Era la beatlemanía, un nuevo tipo de revolución generacional, el banderín de enganche para una inopinada internacional juvenil, dispuesta a pasárselo bien y tomar el control de su manera de pensar, vivir, amar y vestir, contra la que nada pudieron las descalificaciones vertidas por parte de la prensa y las admoniciones de los adultos, perplejos ante el entusiasmo que despertaban aquellos cuatro melenudos, cuyas canciones consideraban como simple ruido.

 

Caballeros de la Orden del Imperio Británico

 

A fines de 1965 habían grabado unas sesenta canciones, habían publicado decenas de discos sencillos y seis de larga duración (Please, please me, With de Beatles, A hard day´s night, Beatles for sale, Help! y Rubber soul), habían realizado varias giras por todo el mundo, con dos actuaciones en Madrid y Barcelona en julio de ese año, y habían protagonizado dos divertidas películas dirigidas por Richard Lester, Qué noche la de aquel día (A hard day´s night, 1964) y Help! (1965). Las cifras de ventas de sus discos eran mareantes y los beneficios que generaban tan sustanciosos que permitían sanear la balanza de pagos británica, lo que les valió el reconocimiento oficial de ser nombrados caballeros de la Orden del Imperio Británico, distinción que puso los pelos de punta al sector más tradicional de la sociedad de su país.

Desinhibidos y provocadores, tanto en sus conciertos como en sus comparecencias ante los medios de comunicación, los Beatles rompían esquemas y coqueteaban con el escándalo, como cuando John Lennon afirmó en julio de 1966 que su popularidad superaba la de Jesucristo. Presentándose como un grupo cuya fuerza radicaba en la suma de potencialidades de los cuatro integrantes, mantuvieron en todo momento una clara diferenciación de los perfiles individuales. Lennon era el inteligente, el duro, el profundo, el contradictorio, el loco genial; Mc Cartney, el guapo, el romántico, el eterno triunfador; Harrison, el tímido, el místico, el chico de buen corazón; y Starr, el feo gracioso, el joven del montón tocado por la varita mágica de la fama. Cada uno por separado tenía rendidos a millones de admiradores y admiradoras, y juntos habían llegado tan alto como para ser recibidos por reyes y gobernantes, y a la vez, conseguir que millones de jóvenes soñaran con un mundo mejor.

Su extraordinario éxito se basó en su música, pero también en su carisma personal y en su permanente apuesta por un riesgo controlado. Su carrera se configuró, desde el principio, como una sucesión de innovaciones. Fue el primer grupo que escribió su propia música, el primero que prescindió de un líder en favor de la imagen del conjunto, el primero que presentó el disco de larga duración como medio de expresión de la música juvenil, el primero que profundizó en las técnicas de estudio, el primero que concibió discos conceptuales con una unidad temática, el primero en añadir al rock orquestaciones de música clásica e instrumentos de culturas orientales...Rubber soul, el elepé puesto a la venta en diciembre de 1965, que desarrollaba muchos de estos presupuestos, significó el final de la etapa rockera del grupo, con la canción Michelle como gancho para un público de mayor edad que el que hasta entonces seguía al grupo. En agosto de 1966 Revolver, el disco que abrió la etapa psicodélica, contenía otro tema de evidente talante lírico, Eleanor Rigby, también en la línea de Michelle, que a su vez había significado una continuidad de Yesterday, canción incluida en el disco de larga duración Help! y lanzada como disco sencillo en marzo de 1966.

 

Sgt. Pepper´s, su obra cumbre

 

El abandono de los escenarios, tras el concierto de despedida celebrado el 2 de septiembre de 1966 en la ciudad estadounidense de San Francisco, y la decisión de limitar su actividad a la grabación de discos marcaron un nuevo rumbo en la carrera de los Beatles a partir de 1967. Ese año fue importante para el grupo por la aparición en junio de una de sus obras más emblemáticas, el disco conceptual Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band, y por la muerte, un mes más tarde, de Brian Epstein a consecuencia de una sobredosis de barbitúricos. En plena eclosión del fenómeno hippie, el nuevo disco, cuyo título se podría traducir por la Banda del Club de los Corazones Solitarios del Sargento Pepper, significó la inauguración del “verano del amor” y constituyó una apuesta revolucionaria en el mundo del rock, tanto en su aspecto estrictamente musical como por su costosa producción. Las semanas de grabación a la búsqueda de la perfección hasta en los menores detalles, la doble carpeta que incluía unas poéticas letras en clave enigmática, la portada multicolor en la que aparecían dibujados una buena parte de los mitos culturales del siglo, y, sobre todo, la calidad de canciones como A day in the life, Lucy in the Skay with Diamonds y With a little help from my friends, convirtieron esta obra en un punto de referencia de la cultura pop, y aún hoy en día sigue figurando en los primeros lugares de las listas que periódicamente se realizan sobre los diez mejores elepés de la historia.

Idolatrados por su público, reverenciados por la crítica y respetados por sus colegas de profesión, los Beatles habían alcanzado la cumbre de su carrera artística, pero pronto comenzaron a detectarse signos de la quiebra interna del grupo, minado por el enfrentamiento personal entre los dos líderes, John y Paul, y carente ya de la figura cohesionadora de Epstein. El consumo de LSD y otras drogas, la presión de los medios de comunicación sobre sus vidas privadas, las aventuras empresariales fraguadas en torno al sello discográfico Apple y otros proyectos, el interés por las religiones orientales y un sinfín de cuestiones menores derivadas de su dimensión de estrellas del universo del rock fueron incidiendo paulatinamente de forma negativa en su trabajo y su producción lo acusó, aunque siguió contando con la buena acogida por parte del público. Lady Madonna (1967) y Hey Jude (1968), temas lanzados en discos sencillos, significaron una vuelta a los orígenes, pero Magical Mistery Four, un mini-elepé de fines de 1967 que contenía la banda sonora de una película para la televisión dirigida por el grupo, recibió críticas poco entusiastas, a pesar de incluir una buena canción como The fool on the hill. Un año más tarde, el disco The Beatles, conocido popularmente como el Doble Blanco, toda una arriesgada exploración por los múltiples territorios del rock, desconcertó a muchos de sus seguidores y evidenció los problemas internos por su carencia de guion y por el hecho de haber sido compuesto y grabado individualmente. Publicado casi al mismo tiempo, Yellow submarine, un elepé con la banda sonora de la película de dibujos animados de igual título, consiguió una mejor aceptación popular que el Doble Blanco, pero no aportó gran cosa a la producción de unos Beatles cada vez menos satisfechos de sí mismos.

El grupo trató de recuperar la cohesión interna que había caracterizado sus primeros años, pero los diversos intentos resultaron fallidos, como lo demuestra el hecho de que no llegara a editar el álbum Let it be, grabado en los primeros meses de 1969 pero que se publicaría días antes de su separación, y la factura desigual de la obra con la que se despediría de sus seguidores, Abbey Road, puesta a la venta el 26 de septiembre de 1969. Abbey Road, que fue el disco más vendido de todos los realizados los Beatles, propició absurdos rumores de que Paul había muerto ante una fantasiosa interpretación de su portada y significó la irrupción definitiva como compositor de George Harrison, autor de dos de los mejores temas del disco, Something y Here comes the sun. La confirmación de la capacidad compositora de George no era desde luego una mala noticia, pero tuvo también el efecto de resaltar la crisis creativa de John y Paul, incapaces de trabajar juntos desde hacía ya mucho tiempo y enzarzados en una enconada disputa personal, que llevaría meses más tarde a la disolución del grupo.

 

Separación conflictiva

 

Cuando el 10 de abril de 1970, Paul Mc Cartney anunció su salida de los Beatles y la definitiva separación de sus componentes, ganando por la mano a John Lennon, que fue el primero en expresar sus deseos de independizarse, los más acérrimos seguidores del grupo, los que estaban al tanto de la más nimia de sus interioridades, no se extrañaron mucho. Los dos líderes habían acabado detestándose; la compañía Apple pasaba por graves dificultades financieras; la relación amorosa de Lennon con Yoko Ono, una artista conceptual japonesa, era una fuente de problemas adicional, puesto que el resto del grupo sentía una profunda animadversión por ella; en los últimos tiempos se habían agudizado las escenas de celos artísticos, habían aflorado viejas rencillas acumuladas durante años de convivencia, se habían multiplicado los malentendidos entre unos y otros; todos se sentían prisioneros del éxito de los Beatles y todos estaban seguros de poder demostrar en solitario su categoría de artistas...Los cuatro muchachos de Liverpool eran ya unos hombres extraordinariamente ricos y complejos, por lo que el inevitable final fue cualquier cosa menos amigable, con cruces de acusaciones en todas las direcciones, siendo particularmente virulenta la disputa entre John y Paul. A partir de entonces se inició un complejísimo proceso legal en el que estaban en juego cientos de millones de libras esterlinas y cada cierto tiempo se lanzaron primicias periodísticas, siempre falsas, sobre su inminente reunión en un disco, una actuación o cualquier otro tipo de evento, algo que nunca llegó a ser realidad. Como dijo Lennon, tras la separación, “el sueño se había acabado”.

Sí, el sueño de los Beatles, todo lo que habían llegado a representar, a veces sin proponérselo, había terminado, pero el mito no hizo sino comenzar. Durante apenas una década el grupo había puesto a la venta ocho horas de música, repartidas en trece álbumes y veintidós sencillos, pero dejaron casi 400 horas de grabaciones inéditas, la gran mayoría de las cuales están todavía por publicarse. Una pequeña parte de ellas han ido apareciendo a lo largo de los últimos años, -la más reciente, en 1994, en un doble disco con interpretaciones de clásicos del rock titulada Live in the BBC- y cada cierto tiempo han sido editadas recopilaciones de sus canciones, como los discos dobles conocidos como el azul y el rojo, con una gran acogida por parte del público, pero el fenómeno Beatles da para mucho más.

1995 va a ser el año del relanzamiento del grupo, ya que está prevista la publicación de un nuevo disco que supondrá la tan esperada reunión del grupo. McCartney, Harrison y Starr ya han grabado en secreto nuevas canciones, y entre ellas una compuesta por Lennon, Free as a bird, en la que han utilizado la voz de su malogrado compañero, asesinado en Nueva York en 1980 por un lunático. El disco será lanzado a finales de año coincidiendo con el estreno de The Beatles anthology, un documental televisivo de doce horas de duración sobre la historia del grupo, que irá acompañado de un libro, y tendrá la continuación en otros discos, entre cuatro y seis, con material de actuaciones en directo y de archivo. Millones de personas están ya impacientes ante la resurrección del grupo, mientras los directivos de la compañía EMI, aunque existen problemas legales sobre los derechos de las cintas, se frotan las manos ante la previsión de los beneficios que deparará el acontecimiento. Como botón de muestra del gancho comercial de los Beatles, basta decir que de Live in the BBC se vendieron en el Reino Unido 200.000 copias en menos de veinticuatro horas y que semejante éxito hizo subir las acciones de la compañía en catorce puntos. Con el nuevo disco, por el que han suspirado las sucesivas generaciones de seguidores de los Beatles, se batirán sin duda toda clase de récords del mercado.

Hasta ahora se han vendido mil millones de sus discos en todo el mundo, pero resulta evidente que quedan muchos más por vender. Su calidad artística y la magia de la época en que desarrollaron su producción artística les ha convertido en estrellas sin fecha de caducidad. Las carreras individuales de cada uno de ellos por separado han tenido muy buenos momentos, pero en ningún caso han llegado a aproximarse siquiera a su dimensión como grupo. Como ha dicho George Martin, el productor con el que trabajaron en todos sus discos, “los Beatles siempre fueron mucho más que la suma de sus cuatro partes. El conjunto los magnificaba y anulaba las debilidades individuales; era como si juntos entraran en una dimensión diferente”.

John Lennon, el inconformista asesinado

 

John Winston Lennon, cuyo segundo nombre obedecía a la admiración de su madre por Churchill, nació el 9 de octubre de 1940 mientras Liverpool era bombardeada por los aviones de la Luftwaffe. Hijo de Alfred Lennon y Julia Stanley, su padre, camarero en cruceros de alta mar, abandonó pronto el hogar, y el pequeño John vivió una infancia marcada por la infelicidad y el desarraigo, pasando la mayor parte de ella en casa de una tía, mientras su madre intentaba rehacer su vida sentimental. A los diecisiete años, cuando empezaba a recomponer la relación con su madre, la fatalidad hizo que fuera atropellada por un automóvil, y su muerte le sumió en una profunda depresión. Años después la recordaría en Julia, una de sus composiciones para los Beatles, y en Mother, ya separado del grupo, canción en la que escribió palabras tan sentidas como éstas: “Madre, tu me tuviste pero yo nunca te tuve/ yo te quise, tú no me quisiste/ así pues, sólo he de decirte adiós, adiós.”

De espíritu inquieto e inconformista, John Lenon se interesó desde pequeño en aprender a tocar la guitarra y, tras finalizar la enseñanza secundaria, siguió estudios de arte, pero enseguida los dejó de lado. Dispuesto a imitar a sus ídolos del rock and roll Elvis Presley y Buddy Holly, había formado con quince años el grupo The Quarrymen y se dedicó a él con entusiasmo. Aunque era un mediocre guitarrista, le sobraba instinto artístico y ambición, ingredientes suficientes para que la chispa Beatles prendiera con una fuerza inusitada en el panorama discográfico inglés tras media docena de años de aprendizaje, en los que John consolidó su relación con Paul McCartney, quien había aportado al grupo unos conocimientos musicales más sólidos.

El 23 de agosto de 1962 se casó con Cynthia Powell, joven de Liverpool a la que estaba unido sentimentalmente desde 1958, pero mantuvo el matrimonio en secreto por imposición de Brian Epstein, que no consideraba oportuno que se supiese ese aspecto de su vida personal en el momento en que trataba de promocionar al grupo. Fruto de su relación con Cynthia, el 8 de abril de 1963 nació Julian, el primero de sus dos hijos, que con el tiempo seguiría los pasos de su padre en la senda de la música. Sin embargo, el matrimonio no llegó nunca a consolidarse, tanto por las diferencias de carácter como por el agitado ritmo de vida de la joven estrella del pop, que fue incapaz de ahorrarle a su hijo el desamparo afectivo que él había sufrido en su infancia.

En 1966, Lennon conoció a Yoko Ono y, tras divorciarse de su primera mujer, se casó con ella el 20 de marzo de 1969 en Gibraltar, un año antes de la separación del grupo. La artista japonesa, nacida en Tokio en 1933, fue a partir de entonces un punto de referencia decisivo en la vida y la obra del más conflictivo de los Beatles, que nunca tuvo empacho en reconocer que necesitaba una mujer fuerte a su lado. Yoko Ono no sólo era fuerte, sino que además le proporcionó unas referencias culturales que le permitieron afrontar su carrera en solitario con unos presupuestos muy distintos de los que habían cimentado el éxito de los Beatles. Junto con ella, y a veces subordinado a ella, Lennon pudo dar rienda suelta a experimentos musicales cercanos a la vanguardia, confesiones personales desgarradas en forma de canción y actuaciones públicas de gran resonancia pública en favor del amor universal y contra la guerra, como las que llevaron a cabo en Amsterdam, Montreal y otras ciudades, entre 1969 y 1970, permaneciendo acostados en la cama de su hotel mientras discutían con un nutrido grupo de invitados cuestiones relacionadas con la paz.

Lennon publicó, acompañado de Yoko, tres discos antes de la disolución de los Beatles, Unfinished Music Nº1 -Two Virgins (1968), Unfinished Music Nº 2: Life with the Lions (1969) y Wedding Album (1969), y luego continuó su producción con el grupo Plastic Ono Band en un primer elepé de igual título al del conjunto (1970), seguido de Imagine (1971), uno de sus mayores éxitos de esta etapa, Fly (1971), Some time in New York City (1972), Mind games (1973) y Walls and bridges (1974). En 1975, ya sólo con su nombre, presentó otros dos discos, Rock’ n’ roll y Shaved fish, a partir de los cuales se sumió en unos años de silencio, que dedicó a cuidar de su segundo hijo, Sean, nacido el 9 de octubre de ese año.

Durante casi un lustro, Lennon, que residía en Nueva York desde 1971, llevó una vida retirada con su mujer y su segundo hijo, y alcanzó cierta paz interior tras abandonar las drogas, abdicar de sus aires de grandeza y controlar sus arrebatos mesiánicos. Parecía que iba a afrontar la madurez de su vida con la serenidad que nunca antes había tenido, pero la muerte se cruzó en su camino justo cuando iniciaba la promoción de Double Fantasy, el disco con el que regresaba a la música, en la persona Mark David Chapman, un demente que el 8 de diciembre de 1980 le disparó cinco tiros frente a su domicilio neoyorkino, convencido de que era la encarnación del mal. Su asesinato, tan absurdo, produjo una conmoción mundial y multiplicó la dimensión mítica del beatle más difícil, el más iconoclasta. Como escribió el famoso crítico de rock Nick Cohn, John era “tan cortante como una guadaña. Escribía sus canciones como si estuviera axfisiado; tenía un gran sentido de la ironía y poseía una de las mejores voces pop de la historia: áspera, violenta y desgarrada, siempre fiera. Sus mejores canciones, tristes y obsesivas, no han tenido nunca nada de divertidas, pero han sido de una gran fuerza, y la más atormentada fue Strawberry Fields Forever”.

Paul Mc Cartney, el perfeccionista

 

Paul Mc Cartney, la contrafigura de Lennon en muchos aspectos, como quedó demostrado en el divergente rumbo de sus vidas tras su separación, nació en Liverpool el 18 de junio de 1942. Hijo de James Mc Cartney y Mary Patricia, su padre tocaba la batería en bandas de ragtime y uno de sus hermanos, Michael, también mantuvo durante algunos años relación con la música, por lo que puede decirse que su entorno familiar potenció sus innatas dotes artísticas. Cuando se integró en The Quarrimen apenas era un adolescente, pero deslumbró a los demás integrantes del grupo por sus recursos técnicos al bajo y por su facilidad para la composición, convirtiéndose en muy poco tiempo en uno de los dos pilares de los Beatles. Metódico y perfeccionista, tanto en sus años con el grupo como a lo largo de toda su carrera en solitario, ha cultivado la imagen de ser un enamorado de su profesión, de estar absolutamente centrado en su música, y no ha permitido que nada ni nadie, ni siquiera sus propios fantasmas, condicione su trayectoria. Es, sin duda, el beatle que ha cosechado mayores éxitos por separado y se le considera en la actualidad como uno de los músicos más ricos del mundo.

Durante la década de los sesenta mantuvo una larga relación amorosa con la modelo Jane Asher, pero aunque incluso llegó a fijarse la fecha de la boda, finalmente se casó el 12 de marzo de 1969 con la fotógrafa de origen estadounidense Linda Eastman, nacida el mismo año que él, con quien ha tenido cuatro hijos en un matrimonio del que no se recata en cantar las excelencias. Su mujer ha formado además parte de todos los grupos con los que ha encarado su trayectoria artística desde 1971, fecha desde la que ha conseguido una sucesión de éxitos de ventas, en ocasiones cuestionados por la crítica, con discos como Ram (1971), Band on the run (1973), Venus and Mars (1975), Wings over America (1977), Mc Cartney II (1980), Tug of war (1982), All the best! (1987) y Off the ground (1993).

Siempre activo, y absolutamente integrado en la sociedad del éxito, aunque ha veces se ha visto involucrado en diversos incidentes por su afición a la marihuana, Mc Cartney reside en un castillo en la campiña inglesa, mantiene un alto ritmo de grabación de nuevos discos, realiza giras por todo el mundo, incluyendo en sus conciertos un ramillete de temas de los Beatles, y se arriesga cada vez más con incursiones en la música clásica, la última de las cuales, una pieza para piano de una hora de duración titulada A leaf, fue presentada en una gala ante el príncipe Carlos en marzo de 1995. Es la representación misma de la autosatisfacción personal, pero eso no le impedirá ser el más feliz de los finalmente reunidos Beatles una vez que se publique el disco grabado con George, Ringo y la voz de John, ya que, después de superar el trauma de la separación, ha sido quien ha evidenciado más nostalgia por los viejos tiempos. Antes del asesinato de Lennon pretendió infructuosamente hacer las paces con él y a principios de 1995, olvidadas ya todas las rencillas, no ha tenido ningún problema en posar ante los fotógrafos abrazando a Yoko Ono, su gran enemiga.

 

George Harrison, el imperturbable

 

George Harrison, el más joven e introspectivo de los cuatro componentes del grupo, nació el 25 de febrero de 1943 en Liverpool en el seno de una familia compuesta por sus padres, Harold Harrison y Luise French, y otros tres hermanos. Tímido y tranquilo, con ciertas tendencias místicas, su papel creativo dentro de los Beatles fue ganando protagonismo a lo largo de los años, pero nunca llegó a alcanzar la importancia de John y Paul. Sí tuvo, sin embargo, una notable influencia en algunas decisiones importantes de los fab four, como la que les llevó a recibir las enseñanzas del guru Maharishi Maehesh Yogi en 1967 durante una estancia en la India, aunque solamente él siguió después por esa senda espiritual.

Casado el 21 de enero de 1966 con la modelo Patti Boyd, en la década de los setenta combinó la publicación de algunos discos de éxito, como el conseguido con su canción My Sweet Lord, número 1 en el Reino Unido y Estados Unidos, con la organización de conciertos benéficos a favor de Bangladesh y algunos reveses personales, ante los que demostró un gran serenidad, como el abandono de su mujer, quien le dejó por su íntimo amigo Eric Clapton, una condena por plagio y los problemas que llevaron a la desaparición de su sello discográfico Dark Hope. Con el paso del tiempo, sus discos obtuvieron una menor aceptación en los ochenta, aunque destacan los que ha grabado, ya en los noventa, con el grupo The traveling Wilburys, en el que también participan Bob Dylan, Tom Petty, Jeff Lyne, y hasta su fallacimiento Roy Orbison.

George Harrison ha sido siempre el beatle tranquilo y un músico más capaz de lo que podía imaginarse en sus primeros años como segundo guitarra del grupo. Casado de nuevo con otra modelo, Alana, lleva en la actualidad una vida alejada de los circuitos de moda del rock, haciendo gala en todo momento de una personalidad independiente y poco convencional, en ocasiones propensa a la fina ironía inglesa, como cuando desmintió hace algunos años por enésima vez la reunión con sus ex-compañeros. “El grupo - dijo - no volverá mientras Lennon siga muerto”.

Ringo Starr, el simpático vividor

 

Richard Starkey, conocido como Ringo Starr por su afición a los anillos (ring, en inglés), nació el 7 de julio de 1940 en Liverpool. Hijo de Richard Starkey y de Elsie Gleave, se dedicó desde muy joven a la batería, aunque siempre ha mostrado interés por el piano, y tocó en varias bandas durante su juventud, iniciándose en el Ed Clayton Skiffle Group. Conoció a los Beatles en la época de estos en Hamburgo y se integró en el grupo cuando estaban a punto de grabar su primer disco, Love me do, aunque no participó en él, convirtiéndose desde el primer momento en el miembro más simpático y bromista.

Casado el 11 de febrero de 1965 con Maureen Cox, con quien tuvo tres hijos, tras la separación de los Beatles ha llevado una vida profesional y personal repleta de altibajos, grabando discos de muy diferente calidad y participando como actor en un considerable número de películas. Tras divorciarse de su primera mujer, se casó en 1982 con la actriz Barbara Bach y fue abuelo en 1985, época en la que tuvo que ser sometido a una cura de desintoxicación por su alcoholismo. Habitual invitado a las grabaciones de discos de otros famosos artistas, lleva una vida retirada, ocasionalmente rota con grabaciones y giras en las que explota su nombre de cuarto beatle, el menos complejo de todos ellos, pero por eso mismo el más popular entre los muchos admiradores que nunca han visto en el grupo otra cosa que cuatro divertidos y alocados muchachos cantando al gozo de vivir.

Paul, George y Ringo son, por encima de todo, mucho más allá de los éxitos que hayan podido alcanzar en sus trayectorias artísticas en solitario, las tres cuartas partes de los Beatles, una de las mejores imágenes de marca de la cultura de masas y de la industria del disco de todo el siglo XX. John, la otra cuarta parte, es el espíritu ausente, y por eso mismo puro. En diciembre de 1995, la celebración conjunta de los 25 años de la separación del grupo y de los 15 del asesinato de Lennon, va a propiciar el gran relanzamiento del grupo. El primero de los muchos que tendrán lugar, sin ningún género de dudas, en el próximo milenio.