Y... UN CORTO ETCÉTERA /// Rescates
Isak Dinesen, una narradora deslumbrante
Escritora danesa, sus cuentos desbordantes de imaginación y su libro autobiográfico Memorias de Africa aportaron a la literatura del segundo tercio del siglo XX una obra escasa pero muy personal. Su universo creativo, caracterizado por la presencia omnímoda del narrador, combina sofisticación, nostalgia por el esplendor del pasado, amor a la naturaleza y distanciamiento moral ante la súbita aparición de lo imposible.
1885. Nace en la finca Rungstedlund, en Dinamarca.
1914. Se casa con el barón Blixen y viaja a Kenia.
1922. Inicia su relación amorosa con Denys Finch Hatton.
1931. Vuelve a Dinamarca tras vender su plantación de café.
1937. Publica en inglés y danés Memorias de Africa.
1962. Muere en la misma finca en la que había nacido.
Karen Christentze Dinesen nació el 17 de abril de 1885 en Rungstedlund, finca situada cerca del mar en la provincia de Zelandia del Norte. Segunda hija de una familia de la nobleza rural, su vida y su obra revelan una clara influencia del entorno en que creció. De su padre, Wilhelm Dinesen, un terrateniente que combatió como oficial francés en la guerra franco-prusiana y vivió como cazador en territorio indio del estado norteamericano de Wisconsin antes de contraer matrimonio en 1881, heredó el gusto por la aventura, la pasión por la naturaleza y el talante artístico. Su madre, Ingeborg Westenholz, primogénita de un comerciante que llegaría a ser ministro de Hacienda y nieta de un consejero de estado casado con una inglesa, le transmitió los exquisitos modales propios de su clase y la fuerza de espíritu necesaria para superar las adversidades.
El matrimonio Dinesen-Westenholz tuvo cinco hijos, tres niñas y dos niños, pero no duró mucho. La desaparición de Wilhelm Dinesen, que se ahorcó en una pensión de Copenhague tras sufrir una larga crisis personal motivada por el avance de la sífilis, le privó a Tanne, apodo por el que la escritora era conocida entre sus íntimos, de la figura paterna a la edad de diez años. Por esta razón su infancia estuvo marcada por la presencia en la finca de Rungstedlund de su madre, su abuela materna y su tía Bess, hermana de su madre, a las que siempre permanecería muy unida, pese al temprano rechazo de algunos de los valores burgueses que éstas pretendieron inculcarle. Su madre y su tía fueron, años más tarde, destinatarias de muchas de las cartas que envió desde Africa, publicadas en 1978.
Su interés por el dibujo, potenciado por la educación poco convencional que recibió de sus institutrices, le llevó después de cumplir 17 años a seguir varios cursos en una escuela privada y en la Academia de Arte de Copenhague con el objetivo de llegar a ser pintora, pero renunció pronto a esa idea dedicando sus mayores esfuerzos a escribir. En 1907, con 22 años, publicó su primer cuento, Los eremitas, en la revista Tilskueren (El Observador) bajo el seudónimo Osceola. El escaso eco obtenido por su segundo cuento, El labrador, aparecido ese mismo año en la revista Gads Danske Magasin (Revista Danesa de Gad), y la indiferencia con que se acogió el tercero, La familia de Cats, publicado en 1909 también enTilskueren, le indujeron a abandonar la escritura.
Karen Dinesen, que frecuentaba el castillo de Frijsemborg, propiedad del mayor terrateniente de Dinamarca, el conde Mogens Krag-Juel-Vind-Frijs, pariente de su padre, se enamoró del barón Hans Blixen-Finecke, primo segundo suyo nacido en Suecia. Rechazada por éste, abandonó el trato con su círculo aristocrático y viajó a París, Oslo y Roma. En diciembre de 1912, después de superar la decepción que le produjo su pasión no correspondida, se prometió sin amor con Bror Blixen-Finecke, hermano gemelo de Hans. La pareja, con el apoyo financiero de una sociedad familiar creada al efecto con el nombre de Karen Coffee Co., compró una plantación de café en las tierras altas cercanas a Nairobi, capital de Kenia y entonces sede de la administración colonial del Africa Oriental británica, y se fue a vivir allí tras casarse el 14 de enero de 1914 en Mombasa con el príncipe Guillermo de Suecia como testigo.
Al poco tiempo de formar su nuevo hogar la ya baronesa Karen Blixen descubrió en una consulta médica que su marido le había contagiado la misma enfermedad que llevó al suicidio a su padre. Saberse infectada de sífilis, dolencia que le acompañaría con intermitente gravedad a lo largo de toda su vida, fue un duro golpe personal y una carga de profundidad contra la estabilidad de su matrimonio, que duraría aún siete años caracterizados por la infelicidad mutua y por los sucesivos reveses económicos en la gestión de un nuevo cafetal, mayor que el primero, que se extendía alrededor de su residencia de Mbogani, “la casa en el bosque”. En ese período de tiempo viajó numerosas veces a Dinamarca, en ocasiones para someterse a largos tratamientos médicos, pero siempre con la idea de regresar cuanto antes a la tierra a cuyo encanto había sucumbido desde el principio, como quedó demostrado en su poema Ex Africa, escrito en 1915 y publicado diez años después. Finalmente, la pareja se separó en 1921 y ella asumió en exclusiva la dirección de la Karen Coffee Co.
Decidida a conseguir la rentabilidad de la plantación y a permanecer en el futuro en Africa, vivió en aquella época sus años más felices, gracias sobre todo a su relación amorosa, profunda pero independiente, con el aristócrata inglés Denys Finch Hatton, piloto, cazador y organizador de safaris. Su renovado estado de ánimo, no exento de conflictos interiores por la falta de la seguridad afectiva en su nueva pareja, le permitió escribir entre 1923 y 1924 el ensayo El matrimonio moderno y otras reflexiones, editado después de su muerte por la Sociedad Karen Blixen. En 1925 se divorció de su marido y al año siguiente sufrió una grave crisis personal al renunciar a tener el hijo de Finch Hatton que creía estar esperando, convencida de su incapacidad congénita para retener junto a sí a aquellos a los que amaba. A partir de entonces sólo la escritura le sirvió de refugio ante la sucesión de problemas derivados de su ruptura amorosa con el rico aventurero británico y del definitivo fracaso de la empresa que le había llevado a Africa.
La escritura como salvación personal
En 1931, después de vender la plantación de café y de enterrar a Denys Finch Hatton, muerto al estrellarse con su avioneta, se vio obligada a regresar a Dinamarca. Tenía 46 años, una salud quebrada y muchas dudas sobre su capacidad de remontar el curso de su existencia. Encerrada en Rungstedlund, creía que había perdido “la inspiración de una verdadera vida”, pero dispuesta a recuperarla volcó todos sus esfuerzos en un libro de cuentos escritos en inglés que consiguió ver publicado, tras varios intentos fallidos, en Nueva York. Siete cuentos góticos (1934) cosechó un notable éxito y significó la aparición de una nueva autora: Isak Dinesen, seudónimo por el que sería conocida desde entonces. “Nadie ha entrado en la literatura más ensangrentada que yo”, diría años más tarde.
Esta buena acogida a su primera obra le animó a acometer una narración de carácter autobiográfico en la que evocaba los 17 años de estancia en Kenia, aunque tres de ellos los pasó en viajes a Europa. Editada simultáneamente en inglés, idioma de la versión original, y en danés, con traducción de la propia autora, Memorias de Africa (Out of Africa y Dens afrikanske Farm, 1937) le consagró como escritora en Estados Unidos y también en su país natal, donde Siete cuentos góticos había sido mal recibido por la crítica. La intensidad y la belleza poética de su nostálgica recapitulación literaria de la experiencia africana le ganó el aplauso de los críticos y el favor de los lectores.
Memorias de Africa, escrita en primera persona, se centra en las descripciones de la naturaleza virgen de un continente todavía desconocido y en el relato detallado de viajes y cacerías, de las relaciones de la protagonista con los nativos del lugar y otros africanos a su servicio, y de su difícil convivencia con la sociedad inglesa de la colonia, pero explica también las vicisitudes de su agitada vida personal, reflejadas con veracidad aunque sin llegar nunca a desvelar el verdadero alcance de sus derrotas íntimas. Casi cuarenta años después, ya muerta su autora, una versión cinematográfica del libro, de idéntico título, Memorias de Africa (Out of Africa, 1986), dirigida por Sidney Pollack y protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford, sirvió para que las nuevas generaciones pudieran redescubrir a una escritora cuyo sueño declarado había sido mantener el anonimato de los contadores de cuentos árabes que tanto admiraba.
En 1939, tras heredar Rungstedlund a la muerte de su madre, su más preciada confidente junto con su hermano Thomas, Isak Dinesen disfrutaba de una serenidad personal que contrastaba con la convulsión política del momento. “Sé perfectamente -escribía en una carta- que disfruto de algo que pertenece al pasado y que pronto terminará. No siento necesidad, como otros, de enfrentarme con las fuerzas que agitan el mundo, y tengo la sensación de que la insólita armonía que experimenté por doquier en compañía de mi madre sigue en cierto modo aquí conmigo. En estos momentos recuerdo las palabras de Nietzsche: Digo que sí a todo”. Por esta razón, la II Guerra Mundial y la ocupación alemana de Dinamarca no le impidieron continuar su carrera literaria. Los Cuentos de invierno (1942) y la novela Vengadoras angelicales (1944), escrita en danés mientras en Rungstedlund había, según sus palabras, “nazis en el jardín y judíos en la cocina”, y publicada con el seudónimo de Pierre Andrézel, fueron sus obras más significativas de ese período.
Terminada la guerra, su prestigio internacional creció en la misma proporción que sus problemas físicos. A partir de 1946, año en que sufrió una operación en la espina dorsal, fue la guía de un grupo de jóvenes intelectuales y en 1950 alcanzó gran popularidad con sus charlas en la radio danesa y con sus colaboraciones en la revista estadounidense Ladies´ Home Journal, iniciadas con la publicación del cuento El festín de Babette, llevado años más tarde al cine con el mismo título. En 1954, después de recibir el Nobel de Literatura, Ernest Hemingway declaró públicamente que era Isak Dinesen quien se merecía el premio, pero aunque su nombre sonó con fuerza entre los candidatos de la edición de 1957 nunca se lo otorgaron.
Después de cumplir 70 años, su precario estado de salud empeoró, tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en dos nuevas ocasiones y llegó a pesar menos de 35 kilos, pero escribió tres libros más, dos de narraciones breves, Ultimos cuentos (Sidste Fortaellinger, 1957) y Anécdotas del Destino (1958), y otro sobre recuerdos de Africa, Sombras en la hierba (1960). Al tiempo, continuó con su intensa vida social, viajó a Nueva York y París, fue cofundadora de la Academia Danesa y creó la Fundación Rungstedlund, dedicada a gestionar su legado literario y la reserva de aves en las sesenta hectáreas de jardines y bosques de la finca. Fue allí donde murió a los 77 años mientras escuchaba música de Brahms el 7 de septiembre de 1962.
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