Mariaje García, quien ya había aparecido en estas sección como una de las personas encuestadas para la elaboración de la pieza Vietnam a cinco voces, vuelve a LSN, esta vez con la crónica de su reciente estancia en grupo en Uzbekistán, uno de los países más atractivos de Asia Central por su historia, arquitectura y recursos turísticos.
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Uzbekistán: mujeres, cúpulas y minaretes
Así fue.
De mujeres, porque todo empezó con ellas. En el grupo de 15 había dos hombres, pero podréis imaginar el espacio que les dejamos. Nada más llegar al aeropuerto de Madrid me encontré con ELLAS.
ELLAS, esos grupos de mujeres que hoy aparecen como fenómeno nuevo en el paisaje. Ni nuestras madres, ni nuestras abuelas, en sus 60 y 70 años, formaron nunca parte de grupos como los que ahora es tan frecuente ver en conciertos, charlas, cursos, viajes… Hoy las mujeres de mi generación han decidido salir a la calle para gozar juntas del regalo de una vida larga.
Allí estaba ELLA, discreta y dulce, con su maletín-respirador al hombro; ELLAS, las dos hermanas pintureras que durante todo el viaje nos alegraron con su look siempre perfecto; ELLA, la que nunca se apeó de sus topolinos, ni abandonó su aire fashion; ELLA, que como una niña reía y se divertía con todo; ELLA, que con su espalda siempre recta caminaba como una emperatriz camino del trono; ELLA, que nos amenizó el viaje con su “no me fastidies”, y ELLA, ELLA, ELLA… Mujeres todas que, dejando atrás su cotidianeidad de maridos, hijos, nietos e incluso algún trabajo, se lanzaron al viaje, ávidas de conocimiento y llenas de alegría para disfrutarlo.
Y así fue todo el viaje. Una delicia de risas, gracias, juego, aspavientos, disfrute de unas con otras. ¡Qué fácil todo! ¡Qué divertido! Por eso no podía empezar a contar este viaje de otra manera.
Nos íbamos a Uzbekistán.
Magnífica arquitectura
Hay que explicar que este país, del que no sabíamos casi nada, conserva algunas de las ciudades más importantes de la Ruta de la Seda y por eso se ha convertido en destino turístico: Samarcanda, Bujara, Khiva... todas con la arquitectura magnífica que muestran algunas de fotos realizadas por una de ELLAS y fácil de visitar online, aunque os recomiendo encarecidamente ir a verlas sobre el terreno. Es un viaje fácil. Un lugar asombroso.
Una vez allí y aunque te lo esperas, encontrarte delante de aquel paisaje de CÚPULAS Y MINARETES supone una experiencia sensorial digna de experimentar. Cúpulas impresionantes, de cerámica vidriada de colores turquesa y azul que ofrecen su luz y belleza, ya sea observándolas desde un alto o a ras del suelo. Cúpulas de mezquitas, medersas y palacios que te trasladan a otros tiempos.
Y minaretes, el otro elemento inconfundible en cualquier lugar por donde nos movimos. Minaretes a cual más alto y más bello. De forma cónica, alguno truncado y otros con un sombrerito en la parte superior que recuerdan, por su forma, las chimeneas de las bóvilas. También ellos están magníficamente decorados con cerámica y formas geométricas impactantes...
Cúpulas y minaretes que se alzan al cielo para que tu los contemples, mientras te maravillas de que se hayan conservado, de que permanezcan y nos relaten su historia.
Uzbekistán ha hecho un gran esfuerzo por mantener restaurado este formidable patrimonio, pese a que por el momento no recibe el flujo turístico que cabría esperar. Quizás exista cierta prevención a visitar el país dada su proximidad con Afganistan. Sin embargo, hay que resaltar que la herencia soviética le ha proporcionado un talante mucho más abierto que otros países del entorno, y que mantiene un control férreo en sus fronteras para evitar cualquier filtración de grupos extremistas.
Íbamos a ver sus monumentos y nuestras expectativas quedaron más que satisfechas: el país nos ofreció agradables sorpresas. Conocerlo, recorrerlo e ir sabiendo cosas sobre él, de las que nadie nos había hablado, resultó tan importante como todo lo antes descrito.
Una sociedad sorprendente
País laico aunque con mayoría musulmana sunita (88% de la población), su pertenencia a la Unión Soviética durante casi 70 años ha dejado una impronta visible tanto en su arquitectura y urbanismo como en su cultura, el estado del bienestar, la indumentaria…Las mujeres con sus pañuelos en la cabeza y sus dentaduras de oro que enseñan con orgullo en sus amplias sonrisas, sus escolares realizando trabajos para la sociedad un día a la semana, la salud y educación cubierta por el estado (el 99,3% de la población está alfabetizada), la limpieza de sus calles, sus grandes avenidas pobladas de arboledas (los plátanos –llamados allí rusos- fueron plantados en la época soviética para ayudar a los llegados del oeste a soportar las altas temperaturas y el fuerte sol del país). Aunque el idioma oficial es el uzbeko, el 80% de sus habitantes sabe hablar ruso.
El zoroastrismo nació en estas tierras y permanece visible en sus monumentos. Se trata del país que Alejandro Magno conquistó a los sogdianos tras vencer una resistencia que no había encontrado en otras partes. Perteneció después al imperio samánida, del que aún hay restos visibles, como el mausoleo de Ismail Samani en Bujara dedicado al fundador de la dinastía, los árabes llegaron en 712 y los mongoles, guiados por Gengis Kan, se hicieron con él en 1220. A la muerte de este sanguinario conquistador (aún hoy los uzbekos reniegan de su posible parecido con los mongoles), el estado se desmembró y no fue hasta 150 años después que alcanzó su máximo esplendor con la dinastía timúrida. Su gran líder, Tamerlán, hizo de Samarcanda, la antigua Afrosiab, la magnífica ciudad que es hoy, pero decapitó sin piedad a casi toda la población tras conquistarla. Fue él quien, de buen grado o por la fuerza, llevó hasta allí a los mejores arquitectos, consiguiendo que el esmaltado alcanzara su más alto grado de expresión. Ni antes ni después se ha superado el despliegue de pintura ornamental multicolor, dorada y de revestimiento con esmaltes.
Tamerlán impulsó la cultura y las artes, en su corte coincidieron personajes como Avicena y Omar Hayan, y Samarcanda acogió el observatorio astrológico más avanzado que existió durante la Edad Media. Lo construyó el nieto de Tamerlán, Ulugbek, hombre de ciencia, como otros que estudiaban además de astrología, matemáticas, álgebra, teología y filosofía en las escuelas coránicas. Tamerlan, o Amir Temur, fue un gran gobernante, aunque su figura aún se asocia a la de un guerrero cruel. Hoy su espléndida figura está representada en múltiples monumentos. Y hay que decir que luce un aspecto de lo más “impresionante”.
En 1868 Uzbekistán pasó a formar parte del imperio ruso y en 1924 se convirtió en república soviética, estatus que conservó hasta su independencia en 1991. En la actualidad exporta sobre todo gas y algodón, aunque la mayoría de su población todavía vive de la agricultura Precisamente, los extensos campos de algodón, otra herencia de la época soviética, son la causa fundamental del desastroso retroceso del mar de Aral.
Cada una de estas invasiones y conquistas ha supuesto, además de destrucción, una mezcla de razas que se manifiesta claramente en su población. Hay mujeronas enormes, de ojos rasgados, algunas personas tienen rasgos muy parecidos a los turcos, hay otras rubias y de ojos claros, de evidente origen eslavo…
Al abandonar Uzbekistán observamos desde el aire su impresionante orografía y pudimos despedirnos sin prisas del desierto de Kyzil Kum, del mar de Aral, de los ríos Amudarya y Sirdarya (que curiosamente yo recordaba haber estudiado en mi infancia), de las ciudades que nos habían deslumbrado y de las las gentes que tan bien no habían acogido. Un largo adiós a un país bello y sorprendente.
NOTA. Nuestro viaje fue organizado directamente por quienes lo hicimos contado con la ayuda de una pequeña agencia local que nos tendió con cariño y un excelente saber hacer. Totalmente recomendable. El nombre -por si os tienta la idea de ir- El Mundo Tour (www.elmundotour.com)
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