Y...UN CORTO ETCÉTERA /// Política

Protección del urbanismo feroz

El nombre suena bien a pesar de la reiteración de la segunda parte del enunciado, pero, como en tantos otros casos de la actividad legislativa y de la política en general, tiene trampa, por no decir que pretende, aunque no consigue, engañar. La nueva Ley de Protección y Uso Sostenible del Litoral y de Modificación de la Ley de Costas, aprobada únicamente con los votos del Partido Popular, permitirá, según sus defensores, el mantenimiento de 150.000 empleos directos y favorecerá a 500.000 ciudadanos. Las cifras en clave de futuro son más fáciles de moldear que la plastilina, pero incluso si se acercaran a la realidad, los partidos de la oposición y los grupos ecologistas tienen razón al denunciar el retroceso que significa la ley porque ampara la privatización de la costa y reduce su protección medioambiental.

 

Hace cuatro años publiqué Paraísos perdidos, un libro-documento sobre la degradación urbanística del litoral español, propiciada en buena medida por el persistente incumplimiento de la Ley de Costas de 1988.  Ahora el P P, en clara sintonía con el trato de favor que ha dispensado a los grandes defraudadores fiscales, amnistía a los infractores de esa ley y facilita otro embate urbanizador en el litoral español al reducir la zona de protección a 100 metros y aumentar a 75 años el plazo de concesión de las edificaciones que están fuera de la ordenación del dominio público-marítimo terrestre (DPMT). El mundo al revés. Una barbaridad defendida, otra vez, con la coartada de la crisis económica, cuando fue la apuesta enloquecida por el ladrillo una de las causas que la provocó. Un renovado respaldo político al urbanismo feroz que denunciaba en Paraísos perdidos, libro del que rescato tres textos: el prólogo, retitulado para la ocasión "Arponeo de cemento, ladrillo y hormigón", y los que abrían las dos secciones de la obra, presentados ahora como "Herencia rota" y "Qué tiempo tan feliz". Bastante de lo que se dice en ellos rechina en estos tiempos de la penuria, pero al menos dejan constancia de que cualquiera podía percibir la crisis ya en 2009, y no dos años después, como se acostumbra a insistir.


Arponeo de cemento, ladrillo y hormigón

"El título de la obra hace referencia a un mito fundacional en culturas y religiones de diversas partes del planeta. La idea del “paraíso perdido” impregna nuestras vidas desde el mismo momento en que reemplazamos la fascinada mirada de la niñez por la indagación adulta de la realidad. La tendencia a idealizar el pasado coexiste en el mundo de hoy con la irrefrenable pasión por lo nuevo. Y si volvemos la vista atrás con la intención de calibrar la destrucción del medio natural, entonces la nostalgia pasa a ser un imperativo ético que nos induce a renegar de los errores cometidos y obrar en consecuencia.

 

Ciertamente, sería una equivocación plantear este libro sobre el litoral español como un análisis maniqueo o una jeremiada pseudoecologista. Nuestra costa no era a mitades del siglo XX un paraíso terrenal, sino una zona en gran parte yerma, empobrecida y abandonada. Lo que ocurre es que ahora podemos pensar en ella como un edén tras haberse convertido durante los últimos decenios en la víctima propiciatoria de la ambición especulativa, el desprecio suicida por los valores medioambientales y la adoración genuflexa al becerro de oro.

 

Los “paraísos perdidos” a los que se refiere el libro existieron en la realidad, sin que eso signifique que estuvieran al alcance de una gran mayoría de ciudadanos ni que quienes pudieron acceder a ellos fueran capaces de valorarlos o disfrutarlos. Basta observar las fotos en blanco y negro que publicamos en estas páginas para hacerse una idea de la riqueza paisajística y natural que existía en el litoral antes de su desfiguración como consecuencia del embate urbanizador. Y sólo hay que contemplar las fotografías actuales para horrorizarse ante tamaño despropósito.

 

La selección de imágenes no ha sido inocente ni perversa. Se ha realizado con el único objetivo de que el lector alcance sus propias conclusiones al comparar las antiguas con las actuales y al poder contemplar el nivel de degradación de la costa. La gran mayoría de las fotografías en blanco y negro fueron tomadas en las décadas de 1950 y 1960, cuando el turismo comenzaba a verse como un motor de desarrollo económico y  progreso social. Por entonces resultaba difícil imaginar que acabaría siendo utilizado como excusa para la perversión de la moral pública, el desvarío estético y la destrucción del medio natural.

 

Las imágenes de este libro han sido elegidas por su calidad y por su interés documental. Muchas tienen un inestimable valor añadido como testimonio o denuncia, pero no se publican por su contundencia como prueba de cargo. Simplemente resulta difícil, por no decir imposible, realizar hoy fotografías del litoral español sin que en cualquier encuadre se cuelen ejemplos de todo tipo de infracciones legales y desaguisados urbanísticos.

 

Los medios de comunicación han informado del persistente incumplimiento de la Ley de Costas; de la violación interesada de las normativas municipales, autonómicas y nacionales; del encarcelamiento de políticos y funcionarios por haber esquilmado las arcas públicas y por gestionar fraudulentamente las políticas urbanísticas; de la implicación de promotores inmobiliarios y constructores en lucrativas tramas de corrupción; del asentamiento  en el litoral mediterráneo de mafias internacionales que utilizan el negocio turístico para blanquear dinero…Son algunos apuntes de la crónica negra de la costa española, en parte de la cual se ha instaurado un nuevo “paraíso”: el de la irresponsabilidad.

 

Esta obra no pretende cuestionar el gran peso del sector turístico en nuestra economía ni criticar las inversiones que se han realizado con respeto a la legalidad y en busca del lógico beneficio. Tan sólo quiere rescatar para la historia la memoria fotográfica de ciudades, pueblos y parajes antes de la radical mutación que han experimentado en apenas medio siglo.

 

El libro está dividido en dos grandes secciones. En la primera, titulada “Paisajes”, se contraponen el antes y el ahora de puntos geográficos concretos del litoral. En la segunda, titulada “Ocios/Negocios”, se recogen reveladoras estampas de la vida cotidiana durante los primeros tiempos del turismo en España: visitantes extranjeros, veraneantes nacionales, hoteles, equipamientos, infraestructuras, medios de transporte, publicidad…

 

El diseño del libro concede el máximo protagonismo a las fotografías, de las que se da una información básica sobre el lugar, el municipio y, en el caso de las de blanco y negro, la fecha en la que fueron realizadas. En cada página hay, además, breves textos que contextualizan las imágenes en relación a la época que ilustran o determinados aspectos de la industria turística.

 

En definitiva, “Paraísos perdidos. Crónica gráfica de la transformación de la costa española” aporta una mirada cómplice sobre nuestro pasado y facilita una revisión crítica del presente. Y, sobre todo, muestra el inclemente arponeo de ladrillo, cemento y hormigón que ha sufrido la “gran ballena en las costas de Europa”, sugerente definición de España  hecha en el siglo XVIII por el escritor irlandés Edmund Burke".

Salou con 30 años de diferencia.

Herencia rota

"Las décadas de desenfrenada urbanización del litoral español han tenido múltiples consecuencias (económicas, sociales, medioambientales…), pero la más evidente es la desfiguración de muchas zonas costeras en la península y en las islas. 

 

El ladrillo, entendido cual plaga de langosta, ha destrozado una gran parte de la riqueza paisajística que la naturaleza y la actividad humana sosegada habían gestado durante siglos. La cadena de transmisión entre generaciones de ese magnífico legado natural puede darse por rota. Los españoles del futuro van a heredar unas riberas marítimas aquejadas de la elefantiasis que ha provocado el desmedido afán por construir.

 

En 2007 y 2008 la organización ecologista Greenpeace hizo públicos unos reveladores informes sobre el estado del litoral español, titulados Destrucción a toda costa,  que no obtuvieron todo el eco que merecían. Eran todavía tiempos de una bonanza económica ya desaparecida en marzo de 2009, cuando el Parlamento Europeo aprobó (con los votos en contra del PSOE y del PP) una demoledora resolución sobre “el impacto de la urbanización extensiva en España en los derechos individuales de los ciudadanos europeos, el medio ambiente y la aplicación del Derecho comunitario”.

 

Afortunadamente, por muy insuficientes que resulten, han podido preservarse algunas zonas de la costa declaradas reservas naturales. La realidad actual podría ser menos penosa si se hubiera actuado más decididamente en esa dirección y si la actuación de las diferentes administraciones hubiera sido consecuente con las proclamas conservacionistas que enarbolan como banderín electoral. No son pocos los casos en los que habría bastado el estricto cumplimiento de la ley para impedir que los desmanes urbanísticos y la consiguiente contaminación visual.

 

En las páginas que siguen, genéricamente tituladas “Paisajes”, se refleja el formidable cambio experimentado por decenas de ciudades, pueblos, playas y calas de la costa española y, además, se documentan gráficamente dos realidades contrapuestas: los espacios protegidos y el urbanismo feroz".

 

Benidorm.

Qué tiempo tan feliz

"El persistente proceso de distorsión del paisaje litoral español ha venido acompañado, como no podía ser menos, de un formidable cambio social. Resulta a veces difícil discernir si la urbanización ha sido la causa o la consecuencia, pero no hay dudas del calibre de la transformación del paisanaje costero.

 

La diversidad del entramado social se ha multiplicado en medio siglo. Ya no hay sólo pescadores y veraneantes, o habitantes de pueblos y ciudades. A esa población clásica hay que añadir nuevos tipos de residentes y turistas: los jubilados españoles y extranjeros de todo tipo y condición (incluidos los que vuelan para celebrar una despedida de soltero), los empleados fijos y temporales de la industria turística, los jeques árabes dueños de palacios en la Costa del Sol y los inmigrantes que venden baratijas en la playa, los viajeros que recorren las costas españolas en velero y los que lo hacen en bicicleta, las familias propietarias de apartamentos y las que pasan las vacaciones en campings naturistas, los jóvenes que se desmadran hasta el alba en las discotecas y los que ocupan su tiempo libre en limpiar los fondos marinos…

 

Casi nada es como solía, y así tiene que ser por la lógica de las cosas. Esta sección está concebida como la foto fija de la película documental que podía haber retratado los aspectos más cotidianos de la España que despertaba al turismo: los veraneos de porrón y tertulias al fresco, los haigas y los descapotables, los trabajos tradicionales relacionados con el mar, las urbanizaciones pioneras, los bailes folclóricos o los primeros pasos de algunos deportes náuticos.

 

“Ocios /Negocios” presenta la crónica social de un país en proceso de transformación. La mayoría de las imágenes seleccionadas retratan la vida en la costa en blanco y negro, con el complemento de un puñado de fotografías actuales que, en ocasiones, sirven de revelador contrapunto".

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