Y... UN CORTO ETCÉTERA /// Fútbol
Una copa rebosante de dinero
El carrusel del fútbol ha deparado la enésima sorpresa. Un equipo con muchísimo dinero y poco fútbol ha levantado finalmente la orejuda. Como la inmensa mayoría de aficionados, yo prefería que el Bayern ganara la Champions. Y no sólo porque había jugado mejor en las eliminatorias previas, sino porque le respaldan títulos, partidos memorables y futbolistas de la talla de Beckenbauer, Rumennigge, Khan… En contrapartida, cuesta ver al Chelsea como otra cosa que el capricho de Roman Abramovich, miembro fundador del detestable sindicato que forman los magnates depredadores rusos. Ahora, tras derrochar 2.000 millones de euros en seis o siete años, ya tiene su Champions. Que le aproveche.
Todo podría haber sido diferente si Robben, el jugador más chupón de todos cuantos se empeñan en regatear su sombra, hubiera tirado bien el penalti de la prórroga, cometido inocentemente por Drogba. Y, por supuesto, si el propio Drogba hubiera seguido en el banquillo, como cuando Vilas-Boas era su entrenador. El delantero marfileño, ya con 34 años, reeditó en el Allianz Arena los partidazos que jugó contra el Barça en semifinales. Independientemente de los millones de Abramovich y del tactismo rácano de Roberto di Matteo, técnico del Chelsea, Drogba mereció ganar la Champions, igual que Cech, Cole, Lampard y la vieja guardia de los blues. Toda, salvo el sancionado John Terry, central antideportivo y marrullero que parece no haberse enterado todavía de que Mourinho ya no ocupa el banquillo de Stamford Bridge.
Como otras veces, resultó penoso escuchar los comentarios del locutor de TVE-1 Sergio Sauca. Tiene poca explicación que se equivocara tanto en la apreciación del juego y al narrar detalles del espectáculo, pero ninguna, más allá de un nacionalismo baboso, que diera la tabarra con la acusación velada de que Bayern y Chelsea era unos impostores, que la final la deberían estar jugando Madrid y Barça (siempre mencionándolos por este orden, faltaría más) y que entonces el mundo entero habría alcanzado una suerte de orgasmo futbolístico. Ciertamente, el encuentro fue mediocre, pero no peor que otras muchas finales.
En este sentido, cabe imaginar la polvareda que habría levantado la presencia de merengues y culés en Munich. Uli Hoeness, antaño estrella y ahora presidente del Bayern, ya avisó en los días previos a semifinales que le parecía inaceptable salvar la deuda española con dinero alemán mientras los clubes españoles seguían sin pagar a Hacienda. Tenía toda la razón. Pero no hay que desesperar… Ya se ha firmado un acuerdo para el pago a plazos del pastón que nos deben tanto a quienes nos gusta el fútbol como a los que no. Puede incluso que los clubes españoles hasta acaben astillando. Claro que primero deben enterarse de qué ingresos tienen y de dónde proceden. Yo quiero saberlo. Y muchos otros también, por ejemplo los rivales en competiciones europeas. Poco antes de enfrentarse al Real Madrid en cuartos de final de la Champions, el entrenador del CSKA de Moscú, Leonid Slutsky, no se anduvo por las ramas al explicar en El País cómo se financian los cada vez más potentes equipos de su país. “Rusia –dijo– es muy rica en petróleo, minerales e industrias. En la revista Forbes hay muchos rusos entre los 100 más ricos. La pregunta sería de dónde sacan el dinero los clubes españoles e italianos”. Pérez, Rosell, Cerezo, Urrutia y compañía tienen la caja y….la palabra.
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