Y...UN CORTO ETCÉTERA /// Rescates

La práctica coincidencia en el tiempo del probable (e intrascendente, al margen de intereses económico-turísticos) hallazgo de los restos de Cervantes, la exhibición del por varias razones peculiar biopic de Turner realizado por Mike Leigh y el centenario de una figura futbolística de la envergadura de Matthews me ha animado a rescatar un capítulo de El hombre que siempre estuvo allí en el que reuni a esos tres personajes con otro también universal: Haendel, nacido un 23 de febrero de hace 330 años.

El actor Timothy Spall en en su papel de Turner.

Cervantes, Turner y otros ilustres hijos de barbero

Miguel de Cervantes, Georg Friedrich Haendel, Joseph Mallord William Turner y Stanley Matthews tienen algo más en común que su genialidad: el oficio de su padre. Que nacieran hijos de barbero sólo cabe considerarse una pirueta del destino. No hay relación causal entre las habilidades profesionales de sus progenitores y la excelencia de su obra o trayectoria. Tampoco cabe duda de que las mujeres de barberos han parido genios y zotes en proporción similar a todas las demás. Pero, aún así, para quienes perteneceríamos a una hipotética Hermandad de Hijos de Barbero resulta un puntazo contar con esos cuatro distinguidos miembros.

 

Hay más famosos cuyos padres fueron barberos, pero con logros más modestos. El compositor de zarzuelas Ruperto Chapí, el cantaor Miguel Vargas Jiménez, “Bambino”, y el saxofonista de jazz Joe Lovano tienen un bien ganado prestigio, pero se sonrojarían de ser parangonados con el creador de El Mesías. Y eso mismo les ocurriría al pintor mexicano Juan Correa y al dibujante de cómics Charles Schulz caso de que alguien los colocara a pie de igualdad con Turner. El propio Schulz, icono de la cultura popular estadounidense del siglo XX, confesó poco antes de morir que era consciente de poseer un “talento muy limitado”, pero que lo “había utilizado de la mejor forma”.

 

También fue hija de barbero Aphra Benn, un personaje extraordinario de la época de la Restauración britñanica. Nació en Kent en 1640, pasó su adolescencia en la Guayana, se casó y enviudó joven, fue espía de Holanda y tuvo entre sus numerosos amantes al mismísimo Carlos II. Considerada la primera escritora profesional en lengua inglesa, se adelantó a su tiempo con su ficción antiesclavista Oroonoko o el esclavo real y con sus libertinas comedias, inspiradas en su propia vida. Virginia Woolf sugirió en Una habitación propia que todas las escritoras deberían llevar flores a su tumba.

Cervantes.

La herencia que Rodrigo de Cervantes dejó a su hijo no fue el talento, ni una posición social privilegiada, ni siquiera un apellido por encima de toda sospecha. Barbero-cirujano descendiente de una familia venida a menos, fue de una ciudad a otra huyendo de los acreedores y llegó a pagar penas de cárcel. Su azarosa existencia parece preludiar la del quinto de sus vástagos, quien sufrió penalidades aún mayores.

 

Miguel de Cervantes sentó las bases de su fascinante universo literario durante una niñez nada fácil. Pero sus tribulaciones no fueron en vano. El amplio conocimiento de la ciencia médica de la época que revelan sus obras tiene sin duda su origen en el desempeño profesional del manirroto don Rodrigo. Que el barbero de don Quijote sea un personaje cabal, enjundioso y tan instruido como el cura, invita a pensar en un homenaje.

Haendel.

El padre de Haendel era barbero-cirujano, como el de Cervantes, pero no el de Turner, barbero y fabricante de pelucas, y tampoco el de Matthews, conocido como “el barbero boxeador”. El escritor vino al mundo en 1547, el compositor en 1685, el pintor en 1775 y el futbolista en 1914. Son fechas que dan pistas sobre la secuencia de los cambios en el oficio. Cervantes y Haendel nacieron con casi siglo y medio de diferencia sin que la profesión de sus progenitores hubiera variado sustancialmente. En el último cuarto del siglo XVIII el padre de Tuner ya no realizaba sangrías ni extraía muelas: fabricaba pelucas. Y al comienzo del siglo XX el de Mathews, que sólo cortaba el pelo y afeitaba, hasta disponía de tiempo libre para practicar el boxeo.

El niño Haendel no estaba en condiciones de ayudar a su padre. Turner frecuentó de pequeño el establecimiento paterno, pero básicamente para ganarse algunos peniques realizando retratos de los clientes y vendiéndoles copias de cuadros. Stanley Mathews, el futuro sir, sí cortó el pelo junto a su padre. De hecho, compaginaba el manejo de las tijeras con el trabajo de albañil cuando comenzó su carrera deportiva a los 15 años en el Stoke City. Nadie podía imaginar entonces que sus regates en la banda derecha le convertirían en el mejor jugador británico de todos los tiempos, ni que sería futbolista profesional hasta los 50 años. Y tampoco que ganaría el primer Balón de Oro de la historia.

Mathews.

La longevidad deportiva de Mathews tiene un carácter tan excepcional como la ingente obra de Cervantes, Haendel y Turner. Al Príncipe de los Ingenios le hubiera bastado con El Quijote para figurar en la historia de la literatura, pero además escribió novelas de diferentes estilos, poesía, entremeses y piezas mayores de teatro. El catálogo temático del músico, conocido por las siglas alemanas HWV (Handel Werke Verzeichnis), registra un total de 612 obras, de las cuales 42 son óperas y 26, oratorios. El legado de Turner se cifra en 320 óleos y 25.000 acuarelas y dibujos.

El Premio Cervantes es el más prestigioso de las letras españolas. El Premio Turner, que se concede desde 1984 a un artista británico menor de 50 años, suscita por lo general enconadas controversias. El premio Haendel está ligado al festival que la ciudad alemana de Halle dedica a su hijo más ilustre. No existe un premio Mathews, pero sí una fundación que lleva su nombre. El Cervantes está dotado con 125.000 euros, el Turner con unos 27.000 y el Haendel con una cantidad más modesta. La pasta gansa procede del Banco de España, faltaría más. Pero ninguno de los tres genios le haría ascos a los premios menores, ni a otros más rácanos. Cervantes andaba siempre a la cuarta pregunta, como su padre. Las deudas de Hendel estaban a punto de llevarle a la cárcel cuando compuso “El Mesías”. Turner, avaro y esquinado, adoraba el dinero más incluso que la pintura. De jugar ahora, Stanley Mathews nadaría en libras. Con su estricta dieta vegetariana y los actuales sistemas de preparación se mantendría en la Premier League hasta los 70 años.

....................