Y...UN CORTO ETCÉTERA /// Conversaciones

Participo en algo parecido a una tertulia vía correo electrónico con dos amigos. Sus comentarios acostumbran a ser pertinentes, y si tienen el día, o la hora, perspicaces, incluso brillantes. La distancia afila sus mentes. Son profesores en universidades de México, donde recalaron hace ya décadas más por azar que por necesidad. Los dos se negaron durante meses a mi pretensión de incluir sus opiniones en “La simiente negra”, pero acabaron consintiendo si resguardaba su identidad y me responsabilizaba de preparar sus escritos para la exposición pública. Me resulta extraño citarles con mote, pero no hay más remedio. Conexión Tequila existe gracias a ellos: Fidalgo, filósofo templado y bravo astur, y Apantallado, sociólogo navarro igualmente templado y bravo.

Conexión Tequila (I)

Sobre la política asturiana y las vidas escritas o por escribir

Marzo-abril 2012

>> Fidalgo, 26-3-2012

 

Raro, muy raro lo de Asturias, o lógico, quién sabe. Cuenta Cascos con mucha popularidad, reniega el PP central de su candidatura y arma una candidata fiera como Brunilda, monta el de Luarca su propio partido y deja perplejo al personal al ganar las elecciones, pero no con mayoría absoluta. Siete meses fueron suficientes para comprobar que no podía gobernar, convoca elecciones, cambia de táctica el PP de Madrid al poner de cabecera de lista -lista, lista- a la cordial Cherines y lanza una vaselina para que pueda haber compadrazgo en caso de que los resultados sean similares. Como lo son, como el PP pierde la oportunidad de gobernar la taifa, como el PP tiene que resarcirse de su victoria-derrota en el sur, claro está, pactará lo que sea con el candidato Cascos Gray. Así que en Asturias ganó el PSOE y gobernará la derecha, y en Andalucía ganó el PP y gobernará la izquierda, o como quiera que ello se llame. Hasta aquí lo que saco en conclusión de la política astur. De un comentario de El País al respecto nada puedo decir, más que nada porque no entendí ni la intención ni el meollo.  

 

De la casa pido el sol y la mar en el otoño, la estancia de la chimenea bien caldeada en el invierno y la compañía todo el año. Arrieros somos. 

 

Y otra cosa, Coetzee, un tipo raro, ¿no? Nunca acabo de leerlo, quiero decir, si por tal se entiende llegar a una cala del pensamiento. Siempre quedo varado, ni en la barca ni en la playa. Me deja rascándome la oreja con Contra la censura, me guía desacertadamente con Mecanismos internos y ya no sé qué decir de Cosas extrañas.

 

Que les vaya de lo mejor, mis compadres, y que disfruten este atisbo de primavera.

Salud y contento. 

 

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>> Apantallado, 28-3-2012

 

Muy bien. Enterados en dos trazos. Cherines, Brunilda y el de Luarca, un reparto del patio de Monipodio o de un corral de Valle Inclán, como casi todos los repartos que triunfan actualmente.

 

Coetzee, raro y buenísimo. No he leído los que mencionas, pero si otros libros que me tocan. Rara combinación de sencillez y profundidad, de civilización y barbarie, de crueldad y compasión etc.



Salud/os

 

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>> JP, 13 de abril, 2012

 

¿Qué tal la Semana Santa mexicana? ¿Disfrutaron mis cuates? Ojalá que sí...

 

Yo ando un poco atontado. Hay días, demasiados, en que deambulo por Pamplona, Cervera, Barcelona o vete a saber qué territorio imaginario como si me hubiera fumado media docena de porros. Y no acabo de reconocer a ese individuo medio alelado, moderadamente feliz, de salud achacosa, con inopinados cambios de ánimo, ideando mil cosas y no realizando ninguna...El cuadro completo del "síndrome del sesentón capullo arrumbado por la crisis".

 

Respecto al sainete asturiano, sólo un apunte: me fascinó el trabajo del asesor de imagen de Cascos. Por las mañanas, de gira por los valles y pueblos asturianos, el milhombres se presentaba hecho un adefesio (pantalones y chaquetas astrosas, camisas de cuello gastado, chalecos con polilla y corbatas de espantosos colores que parecían de esparto) para confundirse con el personal y hacerse perdonar su pasado de gran factótumdel PP y poderoso ministro, sus reiterados matrimonios, su patrimonio... Y por las noches, ya de mitin, lucía un terno cruzado oscuro y funcional con corbata a juego. ¡Soberbio engañabobos!

 

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>> Apantallado, 16-4 2012

 

La Semana Santa, muy casera. Nos dedicamos a ver algunas películas hasta que el viernes A cayó víctima de una gastroenteritis, que la tuvo entre el baño y la cocina. Mientras tanto yo deglutí El lector de Julio Verne, última novela de Almudena Grandes. No había leído nada de esta chica y me gustó bastante el tema y la atmósfera: el maquis visto desde los ojos de un niño, hijo de un guardia civil en la provincia de Jaén. Además, el libro se basa en historias reales y está bien  documentado en investigaciones históricas. Curioso, porque además pensé que prácticamente no leo autores españoles, ni Marías, ni Gopeguis, ni Landeros... sólo Cercas y el de Los girasoles ciegos.

 

Ahora seguimos con el trajín del centro, después de la ratificación de mi jefe en febrero. Yo le pregunté cuál era mi destino futuro y me prometió incertidumbre, lo cual no es ninguna novedad. Tuvimos unas semanas bastante agitadas con la oposición mandando anónimos, lanzando improperios, arterísimos infundios… Una delicia propia de los grandes científicos, siempre rebosantes de ética y buenos sentimientos ante el mundo en general.

 

En mis ratos de ocio me he descubierto crecientemente adicto a la sección de comentarios en las noticias de El País. Suelen ser una ensalada de insultos, intolerancia, nacionalismos baratos (vascos contra hispanos, argentinos contra chilenos, argentinos contra españoles), pero me parece un termómetro de lo que la gente tiene en la cabeza. El más sosegado es El Comidista, donde medio mundo se pirra por el Mikel Iturriaga, sea homo o hetero.

 

Finalmente,  mi adolescente hijo y su animoso progenitor visitarán la apaleada madre patria. Esta vez llegaremos a Madrid a ver que queda en Cibeles después del triunfo de los blancos en la Liga. Que acabe de una vez, porque me produce mucha tensión. Y además quiero comprobar si la fábula moral concluye con el triunfo de la virtud o del mal, como pronostico.

 

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>> JP, 17-4-2012

 

Me sorprende que te haya gustado la Grandes. Tenía su escritura por plomiza y reiterativa, necesitada de tropecientas líneas cuando lo que se cuenta precisa como mucho una, y lo corroboré cuando me vi obligado a leer Inés y la alegría, el primer tomo de su trilogía, porque uno de los protagonistas es Jesús Monzón, del que cuento algunas cosas en el libro sobre mi padre. Me atraganté, la verdad. Pero reconozco que maneja buena documentación histórica y que por lo general no es sectaria.

 

Confío en que nos veamos en verano. Para entonces estaremos medio afincados en Cervera, ya que vamos a dejar la casa de Barcelona desde el 1 de mayo hasta el 1 de noviembre (como poco). 

 

PD. Toc, toc, toc...¿Está por ahí el bravo astur? ¿Mudito acaso?

 

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>> Fidalgo, 18-4-2012

 

La consigna de estos pagos es muy clara: calladito te ves más bonito. Como no estoy para hacer alardes de inteligencia y como por muy elevados que sean mis principios se estrellan estrepitosamente contra las cosas de la vida diaria, el único asidero que me queda es una breve y difusa mueca de reverencia convenenciera a una ya ida lozanía. Ni tuve vacaciones ni fue semana ni santa ni mexicana. Brevemente, evitando ser canso, el período vacacional estuvo dedicado a recuperar las lecturas perdidas en los días y años anteriores. La semana fueron dos pasadas aquí en la casita del sur de la ciudad. Santa no, porque días santos y conmemoraciones santas celebré tantas que ya compensé con creces todas las que en un regular transcurso de la vida es preciso observar para conseguir la beatitud eterna. Y de mexicana, aturullado como estuve entre Poesía y Verdad y Conversaciones con Goethe, no tuvo nada. Hasta el fresco de la mañana me recordaba la alborada de Turingia. O sea, que ninguna novedad. 

 

Pero viniendo al hilo del mentidero noticioso, no quiero dejar de recordaros una anécdota de aquellos tiempos. Titulaba ayer El País un artículo “Mieres y Munich, hace 50 años”. Lo segundo era por el luego conocido como "contubernio de Munich". Lo primero, el recordatorio de una de las primeras huelgas que hubo en la gélida dictadura. Tenía diez años, iba todavía a la escuela, no al instituto, vivía en un barrio minero, y a la hora de la comida escuché, por primera vez en mi vida, la palabra 'huelga', pronunciada, además, por mi padre. Él, como mi madre y todos sus ancestros, provenía de familias de derechas (nunca olvidaré la cara de extrañeza, como si del gen albino se tratara, con la que me espetó muchos años después: "repasando la familia de mamá y la mía no encontré a nadie que fuera de izquierdas, así que no sé de dónde sacaste tu esa inclinación") y, aunque sujeto al régimen laboral minero, trabajaba en la oficina, no en el fondo del pozo. De las historias que entresacaba de las conversaciones con mi madre, se me quedó grabada la protagonizada por un compañero suyo que se encontró de frente con un grupo de mineros, y uno de ellos, encarándole, le amenazó con tirarle al río. El otro se limitó a contestarle que “si creéis que así se va a arreglar la huelga, pues p´alante”. Recularon los acompañantes del que lo increpó y el asunto no pasó a mayores. Pero para mi, un guaje, el incidente cobró una dimensión asombrosa. Y desasosegante, claro.  

 

Nota: de monedas grandes, me quedo con la libra.

 

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>> JP, 18-4-2012

 

Entonces, ¿Rajoy ha sido siempre mexicano, o puréchapa, lacandón, tzotzil, azteca…según se lea lo de "pagos"? Ya le veía algo raro. Claro que, en su caso, bonito, bonito, lo que se dice bonito...

 

¡Estupenda la remembranza del niño que conoció lo que era una huelga en plena noche franquista o fancrista! Fidalgo, tienes que escribir memorialística, o ficcionar tu ya larga existencia: del seminario a la facultad de filosofía, de las barras de los baretos de la Vieja Iruña a los encerados de los institutos de la Montecarlo abertzale, de Zorroaga al sur del Río Grande, del sueldo de penene a la repentina riqueza del millón del ala como mejor intelectual astur del año, del loco Althusser al supercuerdo Goethe, de las patatas fritas a las carnitas, de tus güeras novias carpetovetónicas a las chicas espigadas de tez cobriza ...Tu vida es casi una novela.

 

Y hablando de remembranzas, recogiendo ayer cosas para llevarlas a Cervera, me topé con un par de hojas de algo que debía haber sido el diario del viaje que hice en solitario durante el verano de 1985 a Asturias. Un día de estos os lo mando.

 

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>> Apantallado, 19-4- 2012

 

Oh casualidad, había visto el artículo “De Mieres a Munich…” y me fui al correo para  mandártelo, preguntando que por qué Pamplona o Cracovia no aparecen en la cuarta de opinión de El País, cuando comprobé que te referías al mentado artículo y dejé la respuesta para el día siguiente. Pero Juan Pedro se anticipó y ramificó la idea que yo tenía de preguntar sobre tus pasos no sólo en la cuenca minera, sino también durante los estíos germanos que transcurrieron en la confusión de lenguas con las Brigitta, Ulrike y otras wagnerianas mocetonas de las que tenemos vagas referencias.

 

¿Qué más puedo decir? Esto: que los chismosos de tus amigos estamos sedientos de relatos, aunque debo precisar que no era la Montercarlo sino la Niza Abertzale adonde tu, nuestro esforzado carnal, llegaste un día de lluvia abundante para dirigirte a un portón de la calle Nueva e iniciar otro capítulo de tu prodigiosa existencia.

 

Abrazos cabreados después de lo Stanford Bridge.

 

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>> JP, 19-4-2012 



Niza, sí, "la Niza abertzale". La chola ya no da para más. Cada día se me apepina un poco en la implacable metamorfosis que acabará convirtiéndome en un melón. Todo yo, un melón. Y vosotros que lo veáis…

 

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>> Fidalgo, 23-4-2012

 

Qué queréis que os diga, vuestros últimos correos me dejaron rascándome un ratito la cabeza. No voy a negar que alguna tarde desocupada y lluviosa, asomado a la ventana viendo pasar el mundo y sus cosas, me venía la idea de escribir un diario, unos apuntes que no fueran el relato monótono de las actividades diarias, más bien un a modo de dietario interior que siguiera el hilo de erráticos entretenimientos mentales. Me duraba la intención lo poco que  duraba el chaparrón que iba arrollando todo lo que encontraba a su paso -vivo, Juan Pedro, en una calle empinada y, como sabes, los chubascos de la época de lluvias no perdonan pendiente-. 

 

Qué queréis que os diga, una memorialística o una trayectoria se empieza a escribir desde antes, casi desde antes de que nada suceda o desde el momento en que uno, tras una experiencia o una vivencia, siente el impulso de sellarla en el papel, y búsquense las explicaciones o racionalizaciones que cada quien tenga a bien. 

 

Me levanto, voy a la estantería, saco como puedo, porque está abajo a la izquierda detrás de otros libros, el tomo 50 de la Biblioteca Clásica dirigida por Francisco Rico y leo uno de los más hermosos fragmentos de esa premonición de vida escrita. "¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a la luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera?: 'Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus harpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso Rocinante y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel'". 

 

Qué queréis que os diga, a ver quién da más, porque, señores míos, después de leer este párrafo le quedan a uno muy flacas fuerzas para querer emborronar cuatro papeles. Ya se siente famoso don Quijote, ya siente famoso también a Rocinante y, por si fuera poco, hace coincidir el dejando la blanda cama de Apolo con el dejando sus ociosas plumas para abrazar los campos de Montiel. Eso quiero decir cuando sostengo que el que escribe su vida, creo yo, la escribe desde mucho antes al saber que o bien la va a escribir o bien alguien vendrá que lo haga. 

 

Qué queréis que os diga, lo encuentro, cómo decir, faraónico. Para escribir sobre uno mismo hay que practicar la distancia. A veces, para jugar, les pregunto a los alumnos en qué persona verbal se hablan a sí mismos. El proceso es muy parecido. De entrada dicen, y más si se lo pregunto personalmente, que en primera persona. Y cuando los atosigo un poco e insisto, “pero ¿nunca se dirigen en otra?”, levanta uno la mano y rompe el consenso: “este… yo, a veces, me trato de tu, o sea, que digo, pero, Cuauhtémoc, por qué volviste a regañar a Citlali”. Y el tercero, ya decidido, reconoce en voz alta  que se dijo con entusiasmo a si mismo “pues vamos a marcarle” (refiriéndose a marcar un número de teléfono). Saco un as de la manga: “¿nunca se imaginan dirigirse a si mismos o verse en tercera persona? Porque a mi me pasa, de tarde en tarde, que me veo desde atrás, o desde arriba, o desde la contraesquina, y me digo, míralo cómo va, qué porte decidido… aunque no tanto, porque tiene los hombros un poco caídos; se ve bien, pero el paso le duda un poco; sea quién sea lleva en el andar la huella de una discreta inseguridad o incertidumbre”. Ellos, entonces, se ríen como locos. Y me ven así. 

 

Sí, se necesita distancia para hablar de uno mismo, un punto separado desde el que sea posible verse como uno más entre tantos que pasan. Me cuesta, soy perezoso. Distancia y la evidencia de que uno se conoce, sabe quién es. ¿Cómo, si no, se podría hablar de uno mismo? Si alguna quiebra encontré en el apolíneo pensamiento de Goethe fue ésta, ¡cuánto habló de si mismo! y ¡cuánto renegó del "conócete a ti mismo"!. Ahí os va: "Se ha dicho y repetido en todos los tiempos que debíamos tratar de conocernos a nosotros mismos. Ésa es una exigencia extraña que hasta ahora no ha cumplido nadie ni nadie cumplirá. El hombre, con todo su sentido y su actividad, está atenido a lo exterior, al mundo en torno, y necesita conocerlo y aprovecharlo en todo lo que requiere la satisfacción de sus fines. De sí mismo sólo sabe cuando goza  o cuando padece, y sólo sus dolores y alegrías son los que le instruyen acerca de lo que tiene que buscar y lo que ha de evitar. Por lo demás, el hombre es un ser oscuro; no sabe de dónde viene ni adónde va; sabe poco del mundo y menos aún de sí mismo. Yo no me conozco tampoco a mí mismo, y Dios me libre de ello". Conversaciones con Eckermann, 10 de abril de 1829. Distancia, conocimiento y qué decir de las existencias. Porque ya me diréis cuántas vidas se viven en una. De un tiempo acá ando con las cosas de la prisa, de la aceleración, de la inminencia del instante ido por la celeridad que imprime la llegada del que le sigue, y me encuentro con una estampa borrosa e inquietante, vivimos muchas cosas, vivimos muchas novedades, vivimos más tiempo, vivimos con la desasosegante certidumbre de las posibilidades que nos estamos perdiendo atrapados en la unilateral inquietud de nuestra realidad. Y encontramos un falso y estridente resquicio a nuestra finitud: no seremos inmortales, pero podemos permitirnos el lujo de vivir varias vidas, me apunto a un curso de chino a mis ochenta y siete años, por ejemplo. 

 

Qué queréis que os diga, esta es la caricatura. Sea lo que sea del signo de nuestros tiempos, aunque ahora moderado por imperativos metálicos, y aún siendo renuentes a verse arrastrados por la trepidante corriente de la mitad menos uno -un amigo de Gerardo dice que lo que se lleva es que tu mujer tenga la mitad de tus años menos uno-, el caso es que uno vive varias vidas. Cuando fumaba y cuando dejó de fumar, cuando aprendía y cuando ve que deja de aprender, cuando escuchaba y cuando solo oye, cuando siente y cuando se acuerda que sentía, cuando la casa lo expulsaba y cuando lo retiene, y qué se yo cuántas cosas más. Distancia, conocimiento, vidas. Por dónde empezar, pues. Me cuesta, soy perezoso, y, sobre todo, no tengo mucho interés en lo que tengo que decirme. 

 

Muchas gracias por su atención.

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