LITERATURA /// Lecturas

El valor del lenguaje

CUENTOS DEL LEJANO OESTE /// Luciano G. Egido

Tusquets (2003)

....................

La rapidez con la que cabe leer Cuentos del Lejano Oeste, de Luciano G. Egido, permite conservar en la memoria las tres citas que abren el volumen. La primera, de Borges, explica claramente el título. La segunda, de Dinesen, gran especialista del género, respalda la apuesta narrativa por la brevedad. Y la tercera, de Cervantes, destaca el lenguaje como el gran valor del género, virtud manifiesta de los cuentos que se incluyen en este volumen, editado en 2003.

 

Las tres citas revelan algo más que un pavoneo cultista o la manía de un escritor marisabidillo. Y son sólo las primeras de otras muchas citas reproducidas en la obra, tantas como cuentos, algunos simples apostillas de un par de palabras o de una sola línea a enjundiosas reflexiones de figuras mayores de las letras, como Fray Luis de León, Shakespeare, Holderlin, Baudelaire, Pessoa, Faulkner o Canetti. De hecho, el orden de aparición se ciñe tan estrictamente a la extensión de cada cuento que acaba componiendo un sugerente juego gráfico, las primeras páginas del volumen casi en blanco y las últimas engarzando un único relato con la caja del libro compactada en largos párrafos.

 

El tomo recoge 63 piezas a las que el autor, o su editor, decidió llamar cuentos, y la gran mayoría tienen el título conciso que parecen requerir los temas tratados y la manera de abordarlos: Identidad, Equívoco, Error, Agonía, Lluvia, El americano, La perra, El árbol… Las historias no son siempre redondas, ni impactantes los mensajes o enseñanzas que transmiten, pero da igual. La fuerza de los cuentos del salmantino Luciano G. Egido reside en la riqueza de su recio lenguaje castellano y en el ritmo  de escritor tardío, pero consistente, que no establece pactos previos con hipotéticos lectores. El autor de la soberbia novela El corazón inmóvil, Premio de la Crítica en 1995, no se para en barras. Ni siquiera sabiendo, como apunta en uno de sus cuentos, que ya nadie planta olivos para los nietos.  

...........................