El primer y último tema de Visions of Jazz proceden del disco que en 1961 reunió por única vez a Louis Armstrong y Duke Ellington. Tan merecido homenaje cobra mayor significación al reparar en los cortes elegidos. El primero, It Don´t Mean a Thing ( If It Ain´t Got That Swing), respalda la regla de oro del jazz de los grandes días: filfa todo lo que carece de swing. El título del segundo, The Beautiful American, representa un homenaje a Armstrong, a quien Duke admiraba porque “nació pobre, murió rico y no lastimó a nadie en el camino”. El sueño americano hecho carne, negra carne de Nueva Orleans. O, si se quiere, un maduro Billy Budd de labios partidos que toca a diana en el frenético galeón del showbusiness.

Los cortes que abren y cierran The Complete Louis Armstrong & Duke Ellington Sessions, como se titula este CD de The Blue Note Collection, también tienen su miga. El primero, Duke´s Place, subraya el concepto del long play original, lanzado en 1961 por Roulette como The Great Summit. The Complete Sessions: composiciones del pianista y Satchmo, o Pops, como le apodaban los músicos, en el papel de solista. El último tema, Azalea, responde al espíritu de mutuo reconocimiento que caracterizó el cónclave. Duke lo escribió veinte años antes pensando en Louis y éste supo aprecier el detalle. En esa peculiar consagración de la primavera ellingtoniana su trompeta suena redonda, suave, tan nítida que parece utilizar un rododendro de sordina. Y aún más: la asombrosa voz de hombre de las cavernas de Armstrong aporta credibilidad a una letra almibarada.  

En el resto del disco se incluyen un puñado de los grandes éxitos del pianista, compositor y director de orquesta que introdujo el jazz en las salas de concierto y las catedrales. Todas las piezas tienen el peculiar sello Ellington: Black and Tan Fantasy, Cottontail, Mood Indigo, The Mooche, In a Mellow Tone, I´Am Beginning to See the Light, Solitude, Just Squueze Me... Todas destacan en el repertorio del jazz clásico, acotado entre los soplidos de King Oliver y las explosiones rítmicas de las nutridas orquestas de la época del swing. Y todas le sirven a Satchmo para evidenciar las cualidades por las que se ha ganado el merecido reconocimiento de figura seminal del jazz.

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